El presidente francés Macron con el destituido presidente Ali Bongo, en un reciente encuentro en Gabón.

Internacional
Ana Camacho (6/9/2023)
La ampliación del grupo de los BRICS que se acordó en Johanesburgo en la reunión que se celebró del 22 al 24 de agosto (con su desafío a la hegemonía del dólar) y el golpe de estado que ha derrocado al presidente gabonés, han sido los dos temas que han acaparado el programa de esta semana de Análisis Internacional.

En este comentario me voy a detener en el segundo tema por la importancia que lo ocurrido en Gabón podría tener para los intereses españoles, y en especial, para el futuro de Guinea Ecuatorial y el conflicto del Sáhara Occidental.

Gabón está situado en el África ecuatorial (la región del centro, según la división de la Unión Africana) pero que, a la vez, forma parte de los países ribereños del golfo de Guinea, un área clave para la geopolítica del África Occidental marcada por la enorme riqueza en petróleo y gas que se oculta en esta parte del Atlántico, la emergencia de Nigeria como potencia regional y un desarrollo económico que ha convertido el África Occidental en un prometedor polo de crecimiento en el continente.

Es un área que también arrastra muchos conflictos y tensiones provocados por disputas fronterizas, contenciosos étnicos y rivalidades como las que suelen enfrentar al grupo de país anglófonos (liderados por Nigeria) y francófonos (liderados por la antigua colonia francesa de Costa de Marfíl que compite con Nigeria por la hegemonía regional).

En este avispero, Guinea Ecuatorial comparte frontera marítima con Nigeria y frontera terrestre con Gabón. Desde su independencia, la pequeña ex colonia española ha tenido que hacer frente a la tentación de ambos vecinos por apropiarse de su territorio. La situación de debilidad militar de la antigua colonia española frente a sus vecinos se enredó con la desgraciada evolución política que siguió a la independencia de la única “provincia” española en el África subsahariana en 1968 que condujo a una de las más atroces y largas dictaduras africanas bajo la batuta del primer presidente Francisco Macías y, a partir de 1979, de su sobrino y sucesor en el poder, Teodoro Obiang.

En este contexto, la permanencia de la dictadura guineana le debe mucho a Omar Bongo, papá del presidente derrocado Alí Bongo, que gobernó su país desde 1967 hasta su muerte en 2009. Para la oposición guineana su decisivo apoyo al presidente Teodoro Obiang Nguema tuvo una clara contrapartida: que el presidente Obiang no dijese ni mu sobre la indebida invasión gabonesa de unos islotes fronterizos que reclama como suyos y la explotación ilegal del petróleo guineano.

Hay otras opiniones sobre las motivaciones gabonesas que tienen que ver con el hecho de que ni Bongo padre, ni luego su hijo se han distinguido precisamente por ser unos gobernantes demócratas. En total, la familia ha gobernado durante 57 de los 63 años de independencia que suma el país con todas las malas artes de las peores cleptocracias africanas. Debido a ello, los Bongo han tenido que hacer frente a varios episodios de descontento popular en diferentes etapas de su régimen dinástico.

Pero siempre contaron con el firme apoyo de los diferentes gobiernos de Francia que les ayudaron con sus intervenciones a aferrarse al poder por dos buenos motivos: el petróleo gabonés que fue uno de los pilares sobre los que se erigió lo que hoy es la poderosa multinacional Elf Aquitaine y el importante papel que Gabón ha jugado con los Bongo como satélite de Francia y pieza crucial de la Françafrique, ese sistema neocolonial con el que los gobiernos franceses han seguido imponiendo sus intereses en muchas de sus antiguas colonias del continente.

No todo se reduce a intereses económicos, especialmente cuando se trata de la Françafrique. El presidente François Mitterrand decía que: “Si Francia pierde África, no tendrá historia en el siglo XXI”. Es una declaración que resume la importancia que para Francia ha tenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial el mantenimiento de la Françafrique para garantizar la “grandeur” francesas y su posición en el escenario de las grandes potencias.

Mapa del Golfo de Guinea

Por entonces, Bongo le contestaba como si cantasen a dúo una balada romántica:
“Gabón sin Francia, sería como un coche sin gasolina”. El resultado de esta conjunción fue que Bongo fue un obediente peón dentro y fuera de Naciones Unidas en la estrategia con la que Francia apoyó el intento de secesión de Biafra que en 1967 proclamó su independencia de Nigeria encendiendo la mecha a un conflicto que se prolongó hasta 1970.

Es muy habitual que se describa esta tragedia como una disputa étnica y que se olvide la participación de varios actores no africanos como Francia, que puso toda la carne sobre el asador para que la rebelión de Biafra triunfase.

Años después, la buena relación de Obiang con Bongo fue determinante en el giro con el que la antigua colonia española acabó finiquitando el “ekuele”, la moneda guineana que tenía apoyo de la peseta española, para sustituirlo con el Franco CFA.

Las voces de la oposición guineana no son las únicas que han acusado a Francia de apoyar la dictadura de Obiang con el claro propósito de expandir la influencia de la Françafrique. Buen ejemplo de ello es el coronel Diego Camacho, que fue el antena del CESID en Malabo en los años ochenta, y que ya ha contado en otros programas de Análisis Internacional cómo los espías franceses en Malabo trabajaban duro en este sentido y no sólo por la tendencia francesa a ampliar su esfera de influencia a costa de otras antiguas potencias coloniales (véase el caso de Libia). Siempre recuerdo lo bien que cuenta cómo sus colegas franceses estaban también muy empeñados en que fracasase ese proyecto español que hubo a finales de los ochenta de apoyar una democratización de Guinea: hubiese sido muy mal precedente para la política gala de mantenimiento de dictadores africanos afines a Francia.

Como dije en el programa, Gabón es el último caso de una “epidemia” de golpes de estado en África que afecta exclusivamente a antiguas colonias francesas y, en especial, a países que, desde la independencia, han sido las joyas de la corona del poder neocolonial francés.

Habrá que ver si el golpe que ha derrocado a Alí Bongo marcará el comienzo de otro proceso similar iniciado en Níger, Malí y Burkina Faso, otros países que han pasado de la lealtad sumisa a los intereses franceses a decir “fuera Francia”, entendiendo por ello sus tropas y su moneda Franco CFA.

No es de extrañar que muchos analistas (especialmente fuera de España) estén advirtiendo que nos encontramos ante el auténtico fin del “imperio” francés en el que Francia tanto se ha apoyado para mantener un papel de superpotencia en el escenario internacional. De ser así, sus efectos serán inevitables también para el conflicto del Sáhara Occidental en el que Francia ha dado apoyo incondicional a la anexión marroquí y, a cambio, Marruecos ha jugado el papel de “guardián” de los intereses galos en el continente.

P.D.
Para quienes quieran saber más de la reunión de los BRICS (con mucho énfasis en su vertiente africana) y la epidemia de golpes de estado en África francófona aquí os dejo el enlace de: Análisis Internacional.

N. de la R.
Este artículo se puede también ver en Arenas Movedizas, que dirige la autora de este artículo, periodista y profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria.