izquierda-griegaEspaña/Economía
Manuel Funes Robert (14/5/2012)
Tanto en Francia como en Alemania los partidos de izquierdas opuestos a la filosofía de Bruselas avanzan espectacularmente, pienso que para el bien de Europa. La resistencia abierta al ajuste es la mejor noticia que tenemos en estos momentos.

La citada izquierda construyó su discurso en  que la austeridad no bastaba y se acepto mitigar el rigor de la idea aceptando que la política tenía que basarse al mismo tiempo en la austeridad y en el impulso al crecimiento. El siguiente paso es denunciar que la austeridad es incompatible con el crecimiento. No es que no baste; es que sobra.

Y esta tercera visión es la que por fortuna acepta al 100% la izquierda europea, y en particular, la española.

Pero aún falta un paso que dar. Y es que aunque la izquierda acepta introducir en el esquema de una manera intenta la provisión de liquidez nueva por parte del  BCE todavía admite la falsedad de que esa liquidez sería una deuda contraída con el BCE con lo cual habríamos cambiado unas deudas por otras. Y no es verdad. Los fondos procedentes del BCE no pertenecen al BCE porque éste no es dueño de esos fondos que crea de la nada y porque el banco emisor es parte del Estado.

Y he aquí el error que nos ha llevado a la crisis. Desde que el dinero se convirtió en papel la misión de los bancos centrales es suministrar al sistema real toda la cantidad que necesite para movilizar los recursos reales, haciendo efectivo el principio básico: la financiación previa, abundante y barata es condición necesaria y en general suficiente para la abundancia y baratura de las cosas.

Principio este que no pudo ser aplicado durante los muchos siglos en los que el dinero, por ser oro, no podía ser creado por la voluntad política.

Vistas así las cosas si la totalidad de las deudas soberanas se sumaran y con una simple orden al banco central se le obligase al BCE a emitir la moneda correspondiente a esa deuda total podríamos considerar que no estamos ante un crédito ni ante una deuda sino ante un cumplimiento tardío de la obligación principal de todo banco central.

En cuanto a Grecia, si tiene el acierto de salirse de la UM, deslumbrará a los demás miembros al verse libre de la obsesión dañina por el déficit cero que ha hecho de esta realidad meramente contable el ideal de los gobiernos cuyos objetivos siempre fueron políticamente grandiosos: cristianismo, protestantismo, redención de la clase obrera..