Lo que pienso
Guinea Ecuatorial
Oumar Salaou Adebayo (18/1/2021)
Hoy en día existe una situación de bloqueo político, social y económico en Guinea Ecuatorial, es evidente e indudable. El régimen tiránico de Obiang Nguema ha llegado a sus límites, ha llegado a un nivel de autodestrucción patente. La ignorancia y la maldad que ha caracterizado a este régimen desde su origen hasta la fecha, con todas las complicidades que ha tenido y sigue teniendo, son los numerosos perjuicios que ha causado al sufrido pueblo guineano.
Cabe señalar que se trata de un régimen, un sistema, en el que seguro que hay gente que no comparte los procedimientos y el quehacer diario del mismo, por eso nuestra lucha debe centrarse y dirigirse contra el sistema.
No es un secreto la mala prensa que tienen la mayoría de los dictadores africanos –entre ellos Obiang Nguema-, por eso pienso que para España no es tarde todavía dejar de ser amigo de un sanguinario dictador. Un país con una historia gloriosa como España, no debe hacerse cómplice de las atrocidades de uno de los tiranos más crueles que el mundo ha conocido. No le costaría nada a España buscar una solución justa e inclusiva, para solucionar el mal que asola a Guinea Ecuatorial. “Nunca es tarde si la dicha es buena”, dice un refrán español.
¿Cuál es nuestra visión del problema?
Es indudable que una democratización del país se impone; una democratización a medida del nivel del pueblo guineano. Es necesario y urgente hacer de Guinea Ecuatorial un estado de derecho, motor del desarrollo, con la participación de todos los hijos de Guinea Ecuatorial, en igualdad de derechos y obligaciones, donde la ley, la libertad y la igualdad de oportunidades imperen. Eso sería una buena puerta de salida para abordar la situación actual.
El régimen dictatorial de Guinea Ecuatorial ha ido evolucionando hasta transformarse en un sistema perverso, pues en torno al régimen unipersonal de Obiang Nguema, se ha creado una nomenclatura.
Opino que no debe haber precipitación, sobre todo teniendo en cuenta las décadas de tolerancia, permisividad y complacencia que ha habido con la dictadura, pero debe comenzarse cuanto antes un proceso de cambio, una transición, e ir evolucionando a la vez que se modifican leyes o se implantan unas nuevas.
En este proceso, los grupos opositores deben ser auténticos partidos políticos, con sus normas, su organización, no unas meras siglas y ya está. En algunos casos deberían aceptarse individualidades –por su liderazgo, formación y experiencia- en esas mesas de diálogo.
El MLGEIIIR está vivo y en pie, pero sobre todo en pleno proceso de reorganización. No queremos aplicar la llamada “ley de hierro” a la que aludió el sociólogo y politólogo alemán Robert Michel en su estudio sobre los partidos políticos, pero tampoco que se nos haga interminable una profunda reestructuración.
Desde aquí recurro a la buena voluntad, tanto a la dictadura como a la oposición guineana, para buscar puntos de encuentro para una verdadera transición, en la que, a mi entender, no deberían inmiscuirse foráneos (personas, asociaciones o instituciones) que no acumulen un bagaje de honestidad y experiencia y, sobre todo, un desinteresado amor por nuestro pueblo.
Ese proceso de transitoriedad debe reunir a todos los ecuatoguineanos, de todas las etnias por igual (Bubis, Ndowes, Fang, Bisios, Ndowés, etc.) con los mismos derechos para decidir sobre el futuro de Guinea Ecuatorial, pues entrar en rivalidades, reclamaciones históricas o deudas pendientes, sería un obstáculo, un tremendo error.
¿Cómo hacerlo?
La respuesta a esta pregunta, ¿cómo hacerlo?, es la verdadera clave en la búsqueda de un futuro mejor para nuestro país.
Es ineludible que debe haber un periodo transitorio. Camino nada fácil, plagado de piedras, pinchos y zancadillas. Algunos de esos obstáculos serán interesados, pero los más peligrosos son los que provienen de la ignorancia y la incapacidad.
Para que se llegue a un buen fin, se hace necesario, ante todo, que el régimen de Obiang Nguema de alguna muestra de buena voluntad. Una prueba, inexcusable para avanzar, debe ser la puesta en libertad de los presos políticos (casi todos secuestrados o detenidos y enjuiciados ilegalmente). A la vez, la promulgación de una ley de Amnistía General, votada en la Cámara de Representantes del Pueblo.
Inexcusable también es la garantía internacional que nos aporte la participación, como testigos del proceso, de representantes de Alemania, China, España, EEUU, Francia, Rusia, propuesta que nos parece más práctica y resolutoria que la presencia de la ONU, cuya maquinaria de burocracia, intereses y lentitud no nos convence.
La aceptación y cumplimiento de estas mínimas propuestas, serán una prueba de la buena voluntad por parte del régimen ecuatoguineano para que se produzca un cambio en paz, donde predomine el diálogo.
La solidez de las instituciones post dictadura, dependerá de la eficacia del periodo transitorio, que no tiene que ser precipitado ni impuesto por alguna de las partes. Asentar las bases para una futura convivencia es esencial. Hay que consagrar a la transición el tiempo necesario, las prisas y las imposiciones nunca son buenas consejeras.
No puedo negar que me resulta difícil creer que el régimen dictatorial que rige en Guinea Ecuatorial vaya a darnos muestras de voluntad de cambio. Los hechos nos muestran cual es la “marca de fábrica” de la dictadura, pero las presiones –tanto internacionales como de la oposición y el pueblo guineano-, sí que pueden doblegar a la dictadura a aceptar lo que ya es inevitable: un cambio. El pueblo guineano está harto, su paciencia se agota, y la dictadura es consciente de ello.
La primera presión debería venir del mismo pueblo; una revolución pacífica es la vía más rápida y acertada para termina con la dictadura. Es cierto que no será fácil, 42 años de dictadura dejan siempre secuelas, rastros y huellas, nada fáciles de borrar. Los actores políticos de la oposición deben tomar altura, tal y como hace un águila para deshacerse del cuervo.
La oposición y el pueblo no deben cruzar los brazos esperando como meros espectadores frente al momento histórico que se avecina. Es una etapa crucial favorable para poner fin a 42 años de tiranía, injusticia, corrupción, violencia, despilfarro y nepotismo.
Por defender la idea de terminar con todo eso, cuatro de nuestros dirigentes fueron secuestrados el 15 de Noviembre 2019 en Juba, capital de Sudán del Sur, por orden del dictador. Ese fatídico golpe no ha logrado callarnos a pesar de amenazas de todo tipo. No lograrán callarnos, todo lo contrario, el MLGEIIIR está más que nunca vivo y en pie, la intimidación y las amenazas nos refuerzan, nos consolidan en nuestras convicciones. La justicia y la libertad triunfarán.
Un cambio democrático es imprescindible, es necesario para todos, hasta para el mismo dictador. Pero ese cambio debe ser inclusivo, pensando en los intereses y el bienestar de todos los guineanos, y no de un grupito de oportunistas y golfos.
El sistema que impera actualmente en Guinea Ecuatorial es, como digo anteriormente, el de la corrupción, violencia y nepotismo. Ante la persistencia de esa institucionalización e impunidad, tarde o temprano el pueblo se alzará para revertir esa situación. Una transición sería, con seguridad, es una de las mejores soluciones, pero ese proceso debe empezar por el actual régimen, y lo cierto es que no se ven gestos de ello. La otra salida a la dictadura es, por desgracia, violenta; o por un golpe militar o por una revolución a la que generalmente se llega cuando el poder no controla las protestas ciudadanas.
¿Qué es mejor para Guinea Ecuatorial? Yo no tengo ninguna duda, y aquí he señalado un camino.
N. de la R:
Oumar Salaou Adebayo es Doctor en Medicina, neurocirujano, y miembro del MLGEIIIR (Movimiento para la Liberación de Guinea Ecuatorial III República).
Hasta ahora, aparte del que publicamos hoy, nos han dado su opinión José Nve Eló Obono (FPR), Carlos Abaga Ayingono (ANRD), Cristina Oyana (MLGEIIR), Filiberto Ntutumu Mabale (CORED), María Ángeles Abaga Mañe (ANRD), Mba Mombe Samuel y Celestino Nvo Okenve.
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