La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (izqda.), el presidente de EE. UU., Joe Biden, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Internacional
Espacios Europeos (18/6/2021)
La UE y EEUU envían una señal para un nuevo comienzo: congelaron su disputa de décadas por ayudas estatales para Airbus y Boeing, a fin de poder enfrentar conjuntamente la competencia de China.

«¿No se han cansado de verme?”, bromeaba el presidente estadounidense, Joe Biden, al reunirse este martes en Bruselas con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Los tres ya se habían visto el fin de semana en la cumbre del G7 en Cornwall. Pero no puede hablarse de cansancio en lo que atañe a la cúpula de la Unión Europea. Después de todo, en el sexto día del viaje de Biden a Europa, los esfuerzos se concentran en las relaciones transatlánticas, que se vieron severamente dañadas durante la presidencia de Donald Trump.

Tregua para una disputa de décadas
La disputa entre la UE y EE. UU. en torno al subsidio a las compañías de fabricación de aeronaves Airbus y Boeing envenenaba desde 2004 el ambiente entre ambas partes, cuyo intercambio comercial estaba afectado por cerca de 11.000 millones de dólares en multas. Dichas penalidades perjudicaban, por ejemplo, al vino francés y a los tractores estadounidenses, es decir, a empresas que no tenían nada que ver con la aeronavegación.

En el centro de esa disputa comercial, la más cara y de mayor duración entre dos miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), están las acusaciones mutuas de haber concedido ventajas competitivas a esas empresas. Los europeos culpan a EE. UU. de respaldar a Boeing a través de exenciones fiscales y contratos militares millonarios. Por la otra parte, Washington dijo que los países miembros de la UE que participan en la compañía Airbus le conceden a esta créditos que, según EE. UU., son ayudas estatales prohibidas.

Ahora, la UE y EE. UU. se pusieron de acuerdo en congelar esa pelea por las compañías de aeronavegación, y elaborar complejas soluciones legales para que ambas empresas puedan producir sin subsidios estatales evidentes, y también acordaron cómo mantener una competencia justa. «Esto abre un nuevo capítulo en nuestras relaciones, porque pasamos de las disputas legales a la cooperación”, se alegró Ursula von der Leyen.

La aprobación del presidente Joe Biden en esta solución no es solo un gesto de buena voluntad, ya que ambas partes deben esforzarse en el futuro por una mayor cooperación si quieren tener éxito en el mercado ante la pujante industria china de aeronavegación, que recibe un abierto respaldo económico del gobierno de Pekín. «En lugar de pelear con nuestros socios más cercanos, finalmente nos unimos para enfrentar una amenaza común”, explicó la representante de Comercio de EE. UU., Katherine Tai. En los próximos cinco años se logrará la confianza suficiente como para alejar esa disputa de las conversaciones, según ella.

Pérdidas para ambas partes
«Es una noticia magnífica para las compañías estadounidenses y europeas que se hallan atrapadas en un círculo vicioso de sanciones y contrasanciones. Esta tregua se vuelve aún más importante en tanto los efectos de la pandemia de COVID-19 todavía perjudican a nuestras economías”, declaró Christoph Hansen, el portavoz de Economía y Política de la fracción del Partido Popular Europeo (EVP, por sus siglas en alemán) en el Parlamento Europeo. Y añadió que se trataba de una situación en la que ambas partes perdían.

Su colega socialdemócrata Bernd Lange dijo que ahora se podrían enfrentar por fin los desafíos que surgen debido a la producción de aeronaves en países que se salen del marco de la economía de mercado. «Este acuerdo demuestra que la sociedad transatlántica está de vuelta”, afirmó, y añadió que espera que ahora también se levanten los aranceles estadounidenses al acero y al aluminio aún vigentes. Pero todavía las negociaciones no han llegado a tanto. «Denme tiempo; hace solo 120 días que estoy en el cargo”, respondió Joe Biden a un reportero. Un grupo de trabajo conjunto trabajará en soluciones para la anulación de los aranceles. Luego, el presidente de EE. UU. deberá tratar de convencer al Congreso, donde puede haber resistencia, ya que los aranceles son muy apreciados por algunas empresas estadounidenses.

Se trata de China y de Rusia
Como ya sucedió durante la cumbre del G7, y también este lunes (14.06.2021) en la OTAN, el presidente de EE. UU. persigue una línea política mucho más dura hacia China que los europeos. El concepto de asociación pasa a segundo plano, y se acentúa la rivalidad y la amenaza que representa un gobierno chino percibido como cada vez más agresivo.

Airbus durante una prueba con combustible sostenible: la disputa con Boeing por los subsidios pesó a ambos lados durante casi 20 años.

La UE, por su parte, quiere evitar una guerra fría con Pekín porque algunas de sus economías, en primer lugar la alemana, dependen fuertemente de las exportaciones a China. Por otro lado, los europeos quieren demostrar solidaridad con Washington, pero mantener la presión sobre China «cuando se trata del sistema político”, explicó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. «En lo que se refiere a derechos humanos, somos, sin duda, rivales sistémicos”, dijo, subrayando que ese es el terreno donde residen los problemas esenciales entre la UE y China.

Y mientras Joe Biden ya estaba de camino al aeropuerto para reunirse, el miércoles, con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Ginebra, Ursula von der Leyen mencionó la actitud mancomunada con EE. UU. con respecto a Rusia: «Las relaciones entre la UE y Rusia se encuentran en este momento en una espiral más bien descendente. Con gusto transformaríamos eso en una relación de mayor confiabilidad. Allí hay tres aspectos: contramedidas duras cuando se viole el derecho internacional, frenar los intentos de Rusia de socavar a la UE, y el compromiso, donde sea posible, en la lucha contra la pandemia”.

Fuente: Made for Minds