La todavía secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz. EFE

España
Asier Martiarena (14/6/2021)
Susana Díaz perdió ayer, y de manera contundente, las primarias del PSOE de Andalucía frente Juan Espadas, el alcalde de Sevilla y candidato de Pedro Sánchez. Pero esta mañana, cuesta mucho encontrar a dirigentes del PSOE que se atrevan a garantizar que la andaluza vaya a facilitar la transición en la federación socialista. Esta circunstancia se debe a la resistencia de Díaz a aceptar el papel que le han marcado las urnas, a pesar de que la de ayer es su tercera gran derrota electoral tras sucumbir ante Pedro Sánchez en las primarias nacionales de 2017 y, un año más tarde, perder el Gobierno de la Junta.

Díaz soñó durante un tiempo con liderar el PSOE y asaltar la Moncloa. Lo hizo arropada de la vieja guardia del PSOE, y jaleada por los principales sectores mediáticos y económicos del país. ¿Les suena?

Después, tras fallar en su asalto a Madrid e incluso ser desalojada de la presidencia regional de Andalucía, tuvo la oportunidad de entrar en el Gobierno de España. Un ofrecimiento que le hubiera obligado a jurar lealtad al presidente, que Díaz descartó para seguir dando la batalla a Sánchez. Convencida de rearmarse en la cita de ayer con las urnas para volver a intentar el asalto a la presidencia del PSOE y, puestos a elucubrar, del país. Pero que ahora le deja al borde de la irrelevancia política. De ministra a defenestrada en apenas 18 meses. ¿Les suena?

Efectivamente, el PSOE tiene en Susana Díaz a su propio Albert Rivera. Quien en mayo de 2019 no aceptó pactar con el PSOE un gobierno de coalición para, meses más tarde, encajar el mayor batacazo electoral de la historia reciente de España. Rivera, ensimismado con los cantos de sirena del Ibex 35, no escuchó a su militancia y tuvo que aprender a la fuerza.

Díaz perdió ayer (12.127 papeletas) la mitad de los votos que obtuvo en las primarias de 2017 en Andalucía (24.519 papeletas). Un mensaje contundente que Díaz ha captado al anunciar que no se presentará a la reelección como secretaria general del PSOE de Andalucía en el congreso regional de diciembre. Pero, al parecer, no lo suficientemente contundente como para que la andaluza dimitiera ayer del cargo.

Si unas primarias ya dividen de por sí un partido, mantener una bicefalia lo único que puede hacer es retrasar la cicatrización de las heridas.

Hoy mismo Espadas se ha visto obligado a anunciar el cese de Susana Díaz al frente del grupo parlamentario socialista, que será reformado en función de los apoyos que ahora tiene en el PSOE andaluz en la Cámara autonómica. Y ahora queda expuesto a ver cómo se toma Díaz la decisión pudiendo empezar su liderazgo siendo erosionado desde su propio partido.

Este inmovilismo de Díaz va a prolongar innecesariamente el sangrado del PSOE-A que, lejos de ayudar, tan solo puede provocar mayor división, y la debilidad de un PSOE que no tiene tiempo que perder en Andalucía ya que desde hace semanas suena con fuerza la posibilidad de que el gobierno de PP y Cs convoque un adelanto electoral.

Fuente: yahoo.