España
Diego Camacho (12/3/2012)gobierno-del-pp
Los primeros pasos del gobierno presidido por Rajoy han sido más vacilantes de lo que podía esperarse, sobre todo, después de haber obtenido la mayoría absoluta en las elecciones generales. Si obviamos las decisiones tomadas en política económica, cuyas pautas las marca Bruselas por lo que el margen de maniobra es muy reducido, da la impresión de ser un gobierno cuyo objetivo es el de preservar el status quo heredado de las anteriores legislaturas. Cambiar algo para que todo siga igual, como diría el príncipe Fabrizio de Salina, o sea hacer lo contrario de lo que nuestra sociedad necesita.

España atravesaba una difícil coyuntura que la crisis económica ha acentuado. Pero no nos engañemos, nuestra problemática es esencialmente política y para enfrentarla hacía falta además de una buena gestión económica un gobierno que fuera capaz de erradicar la corrupción y el desgobierno. Cierto es que han pasado pocos días, pero se ven ciertos detalles que no permiten ni el optimismo ni la confianza. No parecen conscientes del peso político que tienen sus 182 escaños y nada más llegar se han puesto a hablar, otra vez, «catalán en la intimidad». Hay una sentencia del Tribunal Supremo que no va a ser obedecida por el TSJC, que ha sido previamente presionado por la Generalitat que a su vez es parte del Estado. El Presidente de esa Autonomía ha declarado su rebeldía explícita a la sentencia. El gobierno se escandaliza pero no ha hecho nada y de lo que se trata es de gobernar y hacer cumplir la ley.

Los escándalos andaluces, que estamos conociendo en cascada, dan el tufillo de otras veces pero sin que al nuevo gobierno se le vea intención alguna de recuperar el dinero público ni tampoco de castigar a los responsables. Parece que sólo interesa el impacto electoral y que al fondo del problema se le aplica la filosofía de: hoy por ti, mañana por mi.

Rajoy cargado de razón y desvergüenza le señala, a un país con más de 5 millones de parados, la necesidad de sacrificios varios para salir de la crisis, donde nos ha metido la clase política con su mala gestión, su derroche y su cohecho propio o impropio. Parece mentira que el Presidente del Consejo de Ministros no empiece predicando con el ejemplo y comience por suprimir: los privilegios fiscales de diputados y senadores; las pensiones que cobran altos cargos aunque sean catapultados a otro alto cargo; y el cobro de varios sueldos públicos como hace la Secretaria General de su partido. ¿Cómo puede tener el cuajo de pedir sacrificios cuando sus más directos colaboradores disfrutan de más de un sueldo a cargo del erario público?

En el ámbito de la política exterior, tampoco se le ve a Rajoy ningún gesto para recuperar el prestigio internacional perdido con ZP. Los escenarios en los que España ha perdido su imagen y por lo tanto su credibilidad han sido tres. El primero ha sido Gibraltar, la única colonia existente en Europa y administrada por un socio de la UE. Mientras Gran Bretaña sentaba en la mesa de contactos a los gibraltareños, ni a Moratinos ni a Jiménez se les ocurría sentar a los ciudadanos de la Línea y San Roque, si de lo que se trataba era de tener en cuenta a las poblaciones autóctonas. En lugar de adoptar una postura firme con el Reino Unido, la Navy operaba a sus anchas, igual que los contrabandistas, en aguas territoriales españolas; la Roca seguía siendo un enclave de blanqueo de dinero y de contrabando y Londres seguía haciendo caso omiso al Tratado de Utrech.

Los otros dos escenarios son nuestras dos antiguas colonias en África, que incluso un día fueron provincias españolas, el Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial. El territorio saharaui abandonado por nosotros de una manera ignominiosa fue ocupado por Marruecos gracias al apoyo estadounidense y francés con el compromiso dgibraltar1e organizar un referéndum en el que sus habitantes pudieran decidir su futuro, como garantiza la Carta de la ONU. En más de 35 años el reino alauí no ha sido capaz de integrar socialmente a las tribus nómadas del Sáhara, sí ha asesinado, torturado, violado de forma sistemática los Derechos Humanos de la población e incumplido sus promesas de organizar el referéndum. España es responsable en haber silenciado y permitido ese estado de cosas,  el grado de complicidad que se ha tenido con el sultán durante los mandatos de Moratinos y Jiménez, en Exteriores, han superado todo lo imaginable. Para la ONU la potencia administradora sigue siendo nuestro país, según un dictamen jurídico de la Asamblea General del año 2.000. Nuestro compromiso y por tanto nuestra responsabilidad es anterior, desde el día que un gobierno español decidió hacer una colonia de este territorio. No existen dos partes en litigio, sino un pueblo al que no se le permite acceder a su libertad, según el principio a la autodeterminación de los territorios no autónomos, y un pueblo invasor sin título reconocido que ha convertido la antigua colonia española en una colonia marroquí. Defender el derecho del pueblo saharaui a su libertad es responsabilidad del actual gobierno, ya que a los socialistas sólo les interesa de este asunto lograr un buen chalet en Tánger.

En Guinea Ecuatorial el problema es diferente. El Presidente tiene viviendo con 20 dólares al mes al 98% de la población, mientras que la RPC (Renta Per Cápita) del país por los ingresos del petróleo es superior a la de Arabia Saudí y Kuwait. Ahora, Teodoro Obiang quiere instaurar una dinastía y poner a su hijo mayor Teodorín. Para perpetuar el expolio a la población es necesario ejercer una represión que ha sido creciente en estos años de dictadura. Bono y avispados socialistas con algún espontáneo del PP y respaldados por «El Pocero» parecen dispuestos a participar en los sustanciosos negocios que ofrece este pequeño y rico país. El anterior Presidente del Congreso de los Diputados parece encantado con la amistad de Obiang, muy aficionado también a cazar elefantes. Especie muy abundante en Guinea Ecuatorial.

Un país no puede representar nada en la comunidad de naciones si es incapaz de hacer valer sus derechos en su propio territorio y permite la existencia de una colonia que mantiene un socio europeo, y cuando a la vez mira hacia otro lado cuando en sus antiguas colonias la población está siendo sometida, expoliada y torturada por tiranos con los que se hacen negocios, se suscriben acuerdos y se les da la cobertura de respetabilidad.

¿Cómo va España a ser respetada si nuestros gobernantes son débiles y corruptos?

N. de la R.
El autor es coronel diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).


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