La MarsellesaSin Acritud…
Cordura (17/11/2015)
«Aux armes, citoyens. Formez vos bataillons. Marchons, marchons!
Qu’un sang impur abreuve nos sillons! […]
Amour sacré de la Patrie, conduis, soutiens nos bras
vengeurs» (La Marsellesa).

Soy culpable, lo confieso. Aunque me pareció brutal la matanza de la otra noche en París, me sobrecoge aún más –he aquí mi culpa– la reacción de tanta gente, quizá la mayoría. Me sobrecogen esos unánimes minutos de silencio en tantos centros de trabajo, especialmente públicos. Me sobrecoge tanta apelación patriótica en Francia y por aquí. Me sobrecoge tanta unidad repentina…

Los hinchas cantaron la Marsellesa
Francia será implacable
“Todos unidos contra el terrorismo”
“Todos somos Francia”
“Todos somos París”

Todos… Todos… Todos…

Horas de emoción. Hay que estar con las víctimas. Contra los terroristas. Unidos. Todos unidos. Llorando primero. En silencio un minuto. Clamando después contra el terror. Unidos. Con los gobiernos que nos protegen de los terroristas (tres meses de estado de emergencia) y acabarán derrotándolos. Con François Hollande, el principal objetivo de los terroristas, por fortuna frustrado…

Hollande. El que arma a terroristas que masacran sirios (ver también), el que bombardea ilegalmente desde hace meses ese país, el guerrerista contra Siria que sigue la estela del agente de la CIA que lo precedió. Responsable en primer grado de la tremenda crisis de los refugiados, definitivo enterrador de la política exterior autónoma de Francia, paladín de la OTAN.

¡Todos con Hollande!

Casi todos estamos, en mayor o menor grado, insatisfechos con nuestras vidas. La economía va “regular”, nuestras conciencias no siempre nos bendicen. Tenemos una vaga, pero gigantesca, sed de plenitud. Cuando ocurre algo como lo del viernes, explotamos. Nos señalan el enemigo y empezamos a descargar nuestro odio sobre él. Bendita catarsis. De repente, nos sentimos parte del Todo, y a fe que lo agradecemos. Es el panteísmo promovido por la fabulosa máquina de propaganda mediática. Estatal. Imperial. Religiosa. De repente, todos legitimamos la guerra. El “algo habrá que hacer…” se carga ahora de razón al sentirnos todos unidos. La razón de la emoción. La emoción de reaccionar en caliente, dejando de lado algo tan desagradable como pensar, fuente de angustias y remordimientos…

Los enemigos son esos “yihadistas” de maldad reflejada en aquellos vídeos tan peliculeros… No es momento (ahora menos que nunca) de preguntarnos por qué son tan peliculeros. Ni quién es Hollande y qué tiene que ver con ellos. Es hora de exigir mano dura. Aunque nos cueste nuevos recortes, seguramente definitivos, de nuestras libertades.

En España, junto con IU, Podemos esta vez ha sido valiente. Ha osado ser voz disonante. Romper el “todos unidos” del Poder. En contraste con sus crecientes coqueteos con la OTAN, ha optado ahora por mantener la cabeza fría y apostar por la paz.

¿Por cuánto tiempo? ¿Cuánto aguantarán la presión? Dependerá de la firmeza de sus convicciones. Precaria como es, no soportará muchos más envites de la propaganda.

Quizá baste otro golpe terrorista, tal vez no lejano en el tiempo.

Pues acaso en la mente del Monstruo el próximo salto cualitativo sea hacer que esos golpes proliferen: no tan brutales pero más seguidos y múltiples. Así caerá la fruta madura…

¿Cuántos, entonces, seguirán siendo capaces de decir: “¡No, no todos somos París!”?

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Cordura.


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