José Manuel González Torga y Ceferino Maestú

España
Espacios Europeos (18/12/2016)
Hace unos días, un colaborador de este digital, nos comentó que había fallecido (12 de diciembre de 2016) Ceferino L. Maestú, persona que la mayoría de nuestros jóvenes y no tan jóvenes, desconocen quién era. Pensamos escribir una glosa de su persona y su quehacer, político, sindical e intelectual, durante el franquismo, en la transición y posteriormente. ¿Qué hacer, nos preguntamos? Y la respuesta nos vino de inmediato.

¿No había escrito aquí José Manuel González Torga, una entrevista –dividida en dos partes- sobre Maestú? Pues que mejor que publicarlas y de paso rendimos un sentido homenaje a los dos.

José Manuel González Torga, amigo y colaborador nuestro, falleció el 19 de octubre de este año.

Dicho y hecho, sin más preámbulos, aquí está la entrevista que Torga le hizo a Maestú. Un pedazo de la historia de España, que pocos conocen y que, como otras muchas facetas, se tergiversan, menosprecian y ocultan.

He aquí la entrevista. Es algo extensa, pero no les cansará, se lo aseguramos. Y de paso les abrirá una ventana a su conocimiento.

Ceferino L. Maestú (I): “Los fundadores reales de CC.OO. fuimos Marcelino Camacho y yo”

(Publicado el 4 abril de 2012)
Me reencontré, después de muchos años, con Ceferino Luis Maestú, en la comida patronal de los periodistas, con motivo de la festividad de San Francisco de Sales. Quedé en llamarle por teléfono y concertamos una entrevista para conversar con calma. Nos reunimos en fecha próxima a la huelga general, motivo muy a propósito para abordarle con la primera pregunta.

– ¿Qué opinas sobre esta convocatoria de huelga?
– A mí me parece una barbaridad, porque yo no soy partidario de la huelga, aunque reconozco que legalmente tiene existencia. No soy partidario de la huelga porque creo…

– Te refieres a la huelga general…
–  Ni huelgas generales ni huelgas particulares, porque lo que representa la huelga es que el sistema vigente actualmente es un fracaso. Es el reconocimiento del fracaso, porque  yo creo que lo que hace falta, en primer lugar, es que la empresa tenga reguladas sus relaciones laborales de otra manera. Necesita una reforma en profundidad. Ya en los años 70 se hablaba de la reforma de la empresa y, en cambio, ahora nadie habla de la reforma de la empresa. La empresa estaba tan necesitada de reforma en aquel momento como ahora. Exactamente igual. Yo creo que la empresa debe ser propiedad de todos los que trabajan en ella; que los accionistas de la empresa deben ser quienes trabajan en ella. Y que al capital se le debe reconocer un derecho de renta; pero nunca un derecho de propiedad. Que si un banco ofrece un préstamo a una empresa, porque lo necesita, es como si una persona particular aporta un dinero a una empresa y ese préstamo reconoce un derecho de renta,  un derecho de intereses, y un derecho de amortización, pero no un derecho de propiedad de la empresa. Con todo esto se eliminan radicalmente los enfrentamientos entre trabajadores y supuestos empresarios, que para mí no tendrían  motivo ni razón.

– Resultaría instructivo que aportaras algún caso práctico.
– El Padre Arizmendiarrieta, que fue muy amigo mío o más bien yo fui muy amigo de él, que era un hombre sencillo, un verdadero santo de Dios, promovió un movimiento que son las Cooperativas de Mondragón. Sobre ello yo puedo contar mucho porque sé mucho. Incluso he escrito un libro sosteniendo que el cooperativismo es la solución para la crisis socioeconómica que hay planteada con el paro actual. Esta crisis nadie sabe cuándo va a terminar. Lo que sí es cierto es que la mayoría de quienes están cobrando el seguro de desempleo lo va a perder sin haber encontrado un puesto de trabajo, salvo que él mismo se lo cree. Si es un electricista, un carpintero o un albañil y por su cuenta quiere trabajar como autónomo, me parece muy bien; pero si no es así, como ocurre en la mayoría de los casos, o se ponen de acuerdo los despedidos de una empresa para hacer lo mismo que hacían dentro de la empresa o no tienen nada que hacer; se morirán de hambre y de asco y son actualmente unos seis millones, que, con lo que dice Rajoy que aumentará el paro este año en unos 630.000 trabajadores, en el año 2013 serán casi unos siete millones de parados;  como tienen familia, serán catorce o quince millones los afectados directamente por el paro. Y, claro, entonces para resolver el paro, que la gente se las arregle como pueda resolver su problema personalmente.

“Así se financian los sindicatos en España”
En la contraportada del libro de Maestú“La vida que viví con los demás”, hay unos datos de su extensa biografía: <<Nacido en Vigo (1920), periodista, fundador de varias agencias de noticias (entre ellas, “Fiel”) y de activa vida profesional, Ceferino L. Maestú Barrio es uno de los más destacados miembros de la que él llama la “generación perdida” (los nacidos entre 1920 y 1935) muchas de cuyas acciones colectivas él mismo lideró, y cuya ocasión de actuación histórica fue frustrada con el acceso por Juan Carlos I de su coetáneo Adolfo Suárez al poder; quien… gestionó la transición política prescindiendo de la participación de esos hombres y mujeres, en plena madurez, veteranos curtidos en el servicio a España. Con ello, algunas cosas se hicieron muy mal cuando podían haberse hecho mucho mejor>>.

– ¿Cuál es tu visión sobre los actuales sindicatos españoles?
– Los actuales sindicatos españoles, que han convocado esta huelga general, no lo hacen para defender a los trabajadores ni tampoco para defender a los parados; lo hacen para defenderse ellos. ¿Por qué razón? Porque ellos dijeron, desde el principio, que Rajoy había roto el sistema que, desde los Pactos de La Moncloa, se había establecido en España, que era el diálogo con las organizaciones sindicales, y que Rajoy se lo ha saltado a la torera. Rajoy dice que parte de los acuerdos a que han llegado los sindicatos CC.OO. y UGT con la patronal CEOE, parte de estos acuerdos él los ha recogido en la reforma laboral; pero lo que sí es cierto, es que, contra la reforma laboral, ellos inicialmente no se han planteado una acción, sino que se la han planteado contra la ruptura del sistema de diálogo entre los sindicatos y la patronal, los sindicatos y el Gobierno; y así mismo ellos se han encontrado con un problema porque, en los Presupuestos preparados para aprobarlos en estos días, hay una reducción sensible de las subvenciones que se ofrecen a los sindicatos.

Revista Sindicalismo.

– Un 20%, que tampoco es mucho
– Es mucho dinero para ellos; pero es que ese recorte se va a producir también en las Comunidades Autónomas, en los Ayuntamientos, en el FORCEM… Yo tengo un libro que se titula “Así se financian los sindicatos en España”. Hago toda una exposición con  lo que ha pasado desde que desaparece el sindicato vertical hasta ahora. Todos los intentos de esta gente por resolver los problemas de financiación. Cuando Marcelino Camacho cesa como Secretario  General de CC.OO., el que viene después de él eliminó prácticamente a todo el equipo de gente que había estado con Marcelino. Entonces, al que había sido tesorero  (responsable de Finanzas) de CC.OO., lo echaron a la calle y volvió a su puesto de trabajo, que era el de conductor de una ambulancia en Valencia y, el mismo, Roberto Ruiz Belén, hizo unas declaraciones al periódico “Levante”, de la capital valenciana, que era antes de la Prensa del Movimiento y luego pasa a estar  controlado más o menos por el PSOE. Le preguntaban muchas cosas y la que a mí me interesó más fue la que planteaba “¿Cómo se financia Comisiones Obreras?”. Y él contestó que el 70% de los presupuestos de CC.OO. no se cubre con las cuotas de los afiliados. ¡El 70%! Es decir que las cuotas de los afiliados no están financiando los sindicatos. Y si los sindicatos no se financian por los trabajadores, los sindicatos tienen otro mundo de intereses.

“El régimen de asalariados debe desaparecer
– ¿Cuál es tu visión del trabajador y de la empresa?
– Hombre, yo, como cristiano, me preocupo por los problemas de la gente y considero que los trabajadores han estado sometidos siempre. Han sido paganos de todos los problemas no generados por ellos. En el pueblo español la problemática de estas personas, para mí, ha sido muy importante. Cristo fue el primer revolucionario del mundo, y Cristo proclamó la igualdad de todos los seres humanos en derechos y libertades. Igualdad absoluta, sin privilegios de ningún tipo. Y, como consecuencia de ello, Cristo abolió la esclavitud. Es verdad que se produce una reacción y se establece posteriormente el régimen de asalariados. Yo considero que el régimen de asalariados debe desaparecer. Que si un empresario necesita máquinas y necesita un edificio, también necesita un  personal de trabajadores y a esos trabajadores no puede considerarlos igual que las máquinas o el local. Son personas humanas, con los mismos derechos y libertades que él mismo puede tener. Si él aporta un dinero, a ese capital se le puede reconocer, por la propia empresa, un derecho de renta. Y, si hay otras personas que realizan más aportaciones, exactamente igual. Desde la empresa se puede hablar con ese colectivo; pero lo que es cierto es que si necesita trabajadores,  el empresario o el promotor debe  asociarse con esas personas y él puede recabar para sí, en principio, la dirección, la promoción y la máxima responsabilidad; pero, como en una cooperativa, todos los trabajadores van a participar de ese mismo compromiso. Aquí ya no hay enfrentamiento de clases.

–  Alguna voz, considerada de izquierdas, habló hace años, en España, de una hipotética “ley de hierro”, que limitara  los márgenes de beneficio de los empresarios, para los que nunca se pide contención, y sí siempre para los salario
s
–  Actualmente, en la política española, no hay partidos de izquierdas. No hay ningún partido de izquierdas, porque los partidos de izquierdas, tradicionalmente, se definían  porque patrocinaban las reformas radicales; y aquí, ahora, no hay quien plantee reformas radicales…

– Izquierda Unida, en Andalucía, parece que sí…
– Es posible que el alcalde de Marinaleda, que ha pretendido hacer una promoción asociativa de la agricultura andaluza en aquella comarca; es posible, digo,  que este hombre haya hecho lo que José María Arizmendiarrieta hizo con las cooperativas de Mondragón, pero eso no lo hace Izquierda Unida. En su programa, Izquierda Unida no dice nada de una reforma radical de la empresa, ni de la economía.

“Yo era falangista y cristiano”
Vuelvo al mismo resumen biográfico para buscar otras pinceladas definitorias:
<<Maestú perteneció a las Falanges Juveniles como jefe de la Centuria Íñigo de Loyola, de la que fue capellán el P. Llanos S.J., y subjefe, Jaime Suárez. Fundó la tertulia multitudinaria La Ballena Alegre, en el mismo local donde la tuviera José Antonio. Mientras militó en la Falange, lo hizo siempre en su izquierda, intentando llevar su mensaje social hasta sus últimas consecuencias, como expresión, además, del cristianismo más actualizado. En 1964 fundó la revista “Sindicalismo”, que acabó prohibida. En 1965 fue detenido por “asociación ilegal” y procesado por el Tribunal de Orden Público. Fundador de Comisiones Obreras, abandonó esta organización, al quedar controlada por el Partido Comunista, para fundar el sindicato independiente C.T.I., del que fue su Secretario General>>.

– Cuando entras en el sindicalismo ¿lo haces más como falangista o más como cristiano?
–  Yo era falangista y cristiano. José Antonio Primo de Rivera era profundamente cristiano. Hizo los ejercicios espirituales de San Ignacio y se los recomendaba a Foxá; cuando le escuchaba Manuel Mateo [falangista procedente del Partido Comunista] este último dijo: “¿Qué es eso, que me interesa mucho?” A lo que  José Antonio contestó: “Bueno, ya hablaremos”. En una persona no puedes separar si es solamente falangista, o solamente cristiano, o solamente español. Yo soy la persona que soy.

“José Antonio no tenía nada que ver con el Movimiento Nacional”
– Vamos a intentar  matizar: ¿Qué tipo de falangista eras tú?
– Pues mira, muy sencillo. Yo, como falangista, estuve siempre en contra del Movimiento Nacional, porque consideré que el Movimiento Nacional no respondía a los planteamientos de José Antonio Primo de Rivera. Lo planteé, en los años sesenta, en una conferencia que di en el distrito centro de Madrid. El Movimiento Nacional había dejado de llamarse Falange Española Tradicionalista, porque no respondía en absoluto al pensamiento de José Antonio. Y el pensamiento de José Antonio no es el del Teatro de la Comedia, que era el pensamiento de un hombre que quería defender la figura y el recuerdo de su padre; por eso los partidarios de su padre acudieron al mitin de la Comedia. Ese no fue el auténtico discurso fundacional de la Falange, sino que fueron otros posteriores. A lo largo de los años de la República se produce una evolución mental de José Antonio. Yo esto lo he estudiado muy a fondo y tengo, incluso, un libro escrito sobre ello, porque a mí me interesa muchísimo, como periodista, enterarme de todo lo que no sé. Y he tratado de resolver una serie de incógnitas.

Pues bien, José Antonio tuvo que quitarse de encima a una serie de personas de la Unión Patriótica de su padre: a los monárquicos del Marqués de la Aliseda, que les echó del local de la calle Marqués de Riscal, donde había estado la Jefatura Nacional de Falange; y tuvo que quitarse de encima a Ansaldo, que era un fascista que lo único que quería era la violencia callejera contra el comunismo. Y, como José Antonio no quería ser fascista, Ansaldo preparó un plan para matarle. Posteriormente, José Antonio  iba a quitarse de encima a Raimundo Fernández-Cuesta y a la mitad de la Junta Política. Mi amigo Carlos Juan Ruiz de Lafuente, que entonces era secretario del SEU de la Escuela de Ingenieros Industriales, y estaba colaborando en el aparato de propaganda de la Jefatura Nacional, me contó que José Antonio, en vísperas de las elecciones de Febrero del 36, cuando mi amigo tenía 16 o 17 años, le encontró por un pasillo y le dijo: “Ven para acá. Como a ti no te conoce nadie, vete al mitin de Gil Robles, en el Teatro Madrid, y después me relatas lo que ha pasado”. Efectivamente, lo hizo y, al volver, José Antonio le permitió entrar durante el desarrollo de la Junta Política; allí contestó a todo lo que le preguntaba y, luego, José Antonio le indicó que se sentara, porque aquello también le interesaría; y pudo observar que había dos bandos enfrentados radicalmente. Por una parte, Raimundo Fernández-Cuesta y otros, partidarios de llegar a un acuerdo con Gil Robles; y José Antonio, Ruiz de Alda y Manuel Mateo, totalmente en contra de aquellos. Carlos Juan Ruiz de Lafuente salió de allí afectado, pensando que se iba a producir una nueva escisión en la Falange. Posteriormente, con una rapidez pasmosa, se sucedieron los acontecimientos y no hubo tiempo de nada. Ni de escisión ni de nada. Pero José Antonio, en ese periodo final, estaba ya negociando, con Prieto y con Pestaña, la posibilidad de hacer una alianza anticomunista. Prieto que no era marxista, contra Largo

José Antonio Primo de Rivera

CaballeroPestaña contra la gente anarquista…
– ¿Con quienes compartiste especial proximidad política en la Falange?
– Mis amigos de una época eran Narciso Perales HerreroPatricio González de Canales, y Carlos Juan Ruiz de Lafuente. Esos eran mis grandes amigos personales. Eran, en primer lugar, cristianos, y partidarios de un proceso revolucionario, previsto por José Antonio Primo de Rivera. Y eran gente de una integridad absoluta. Patricio González de Canales había formado parte de una Falange auténtica, clandestina, que había propuesto asesinar a Franco y que tuvieron que dejarlo porque no encontraron la fórmula y la oportunidad para poder hacerlo.

La conexión para CC.OO.
– ¿Cómo conectáis con Marcelino Camacho?
– Dentro de ese grupo, desarrollamos, conjuntamente, diversas actividades. Por una parte, unas charlas en “La Ballena Alegre”, en los sótanos del Café Lyon, situado en la calle Alcalá, casi esquina a Cibeles. Allí, antes de la Guerra, se habían reunido gentes de diversos grupos políticos. Había un grupo de la izquierda republicana; había también una tertulia de José Antonio Primo de Rivera, etc., etc. Ahí montamos unas charlas sobre el sindicalismo y la ideología falangista. A estas reuniones acudían unas ciento y pico personas, la mayoría de la gente, de pié, por las dimensiones del local. Todas las charlas de la Ballena y el debate sobre ellas lo tengo también recogido en un libro mío. Y, además de eso, hacíamos una revista que se titulaba “Sindicalismo”, una revista interesantísima. Muchos de  quienes participaban en estas reuniones asistían también a los cursos de formación de la Organización Sindical, que se celebraban en la Casa de Campo, y allí habían establecido relación con Marcelino Camacho y otros; pero como unos  trabajadores más, no como sindicalistas. Casi todos ellos eran del sector del Metal. Cuando se estaba negociando el convenio provincial del Metal, había una serie de dificultades y, entonces, Marcelino Camacho propuso al grupo que por qué no íbamos a la Delegación Provincial de Sindicatos para apoyar a la sección social en la negociación del convenio. Algunos fueron allí y después se acordó que había que mantener una relación. Coincidiendo con ese planteamiento, Marcelino Camacho y Julián Ariza, los dos de Perkins Hispania, que era la empresa de Joaquín Ruiz-Giménez Marcelino Camacho encontró trabajo en Perkins, porque alguien le recomendó a Ruiz- Giménez – bueno, pues entonces, Marcelino Camacho vino a agradecer a la gente que había publicado informaciones favorables a la realización del convenio en la revista “Sindicalismo”, que vendíamos en la calle, los  siete números que salieron, porque después fue prohibida; algo lógico –Ceferino se ríe- porque la gente del Régimen no podía estar de acuerdo con aquello. Yo le propuse incluso, a Marcelino, que se quedase a una reunión, pero él no quiso. Fue lo primero que me extrañó, porque a mí no me preocupa hablar con nadie, sea de derechas o de izquierdas. En mi vida profesional he tenido relaciones con todo el mundo, con gentes de todos los matices y colores, porque para mí lo importante no es que la gente piense como yo sino que sean leales a sus propias convicciones. Porque hay personas que se dicen cristianos y luego son una partida de sinvergüenzas. Yo he tenido por Marcelino Camacho un gran respeto y él por mí, también. ¿Por qué? Porque yo he considerado a Marcelino un hombre que siempre ha sido leal a sus propias convicciones. Que yo no estoy de acuerdo con ellas y que las he discutido con él, muy a fondo.

– ¿Quiénes fundasteis, en definitiva, CC.OO. en El Pozo del Tío Raimundo?
–  CC.OO., fundamentalmente, las fundamos Marcelino Camacho y yo. Los fundadores reales de CC.OO. fuimos Marcelino Camacho y yo. No sé si yo más que Marcelino o Marcelino más que yo. Y, es más, incluso para el Documento de los Cien, que firmaron cien personas después de estudiarlo a fondo y largamente, el documento básico que se discutió era el documento básico de una organización que, en ese momento, yo ya tenía en la clandestinidad, que era la Unión de Trabajadores  Sindicalistas, en la que había muchos falangistas y muchos que no lo eran. Habíamos preparado un documento fundacional y es el que sirvió para el Documento de los Cien de CC.OO.

Con Ceferino sigue quedando mucha tela por cortar. O sea, mucho diálogo por delante todavía.

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Ceferino L. Maestú (y II):”El sistema capitalista ha educado a la mayor parte de la gente para ser esclavos, para ser asalariados”(Publicado el 30 abril de 2012)

La conveniencia de limitar el texto, que recoge un diálogo amplio,  requería interrumpirlo cuando Ceferino L. Maestú, sindicalista, con raíces falangistas, quedaba en CC. OO., un tanto como gallo en corral ajeno.

–  ¿Qué tiempo permaneciste y cómo fue tu salida de Comisiones Obreras?
– 
 Hombre, hasta después del año 65… Tanto yo como la gente del grupo mío estuvimos en CC.OO. dos años aproximadamente. Incluso después de mi detención seguí participando en CC.OO. Lo que sí es cierto es que llegó un momento en que tuve que romper con CC.OO. porque me di cuenta de que Marcelino Camacho y los comunistas estaban intentando manipularlas. Una organización que, estrictamente, era de trabajadores al servicio de trabajadores, para defender intereses de trabajadores, Marcelino estaba intentando transformarla, ponerla al servicio de intereses del partido. En una de aquellas reuniones, en el Pozo del Tío Raimundo, estábamos estudiando un plan de actuación con los criterios que había que sostener y yo,  cada acuerdo que se tomaba, lo anotaba en un “papelín”. Después lo doblé repetidamente y lo guardé (Ceferino señala  un bolsillo pequeño). A los pocos días volvimos nuevamente a reunirnos, ya para hacer un plan definitivo, y me sorprende que Marcelino Camacho empieza a sacar cosas que no se habían hablado ni acordado. Y le dije: “Oye, Marcelino, eso no es lo que acordamos”. Él me contesta: “¿Cómo, cómo? Claro, claro que sí”. “Que no, hombre, que no”. Saqué mi papel, lo leí, y dije: “Esto es lo que acordamos y vosotros dijisteis que estabais de acuerdo con ello, de modo que…”. “No. Estás en un error…”. Le repliqué: “Mira, Marcelino, ¡se acabó!”. Y todos nosotros pegamos la espantada y nos fuimos. Así se acabó. Ya no volví a tener más relaciones con CC.OO.

 Detención
– ¿Qué significó la detención, el 28 de junio del 66, ante el  Ministerio de Trabajo, donde estaban también Marcelino Camacho y algunos más…?
 Pepe Hernando Sánchez, que ahora ha hecho un libro muy interesante sobre San José; y Víctor Martínez Conde, que había sido director del periódico  “Más”, de las Hermandades del Trabajo, y cuyo padre era Vieja Guardia de la Falange, pero él, no; él, en aquel momento, ya era comunista.

 – ¿Estaba también Ariza?
 No, a Ariza allí no lo detuvieron, en ese momento al menos.

– ¿Cómo se llegó a esas detenciones?
  Estábamos afincados, en El Pozo del Tío Raimundo porque yo había trabajado con el Padre Llanos, en el Secretariado de Ejercicios Espirituales, y también  había hecho una revistilla que se titulaba “Persevera”, por lo cual  había tenido una relación muy grande con el Padre Llanos, muy amistosa. Y cuando nos echaron del Centro Manuel Mateo, donde habíamos empezado, hablé con el Padre para ver si encontrábamos algún lugar en el que pudiéramos reunirnos, y entonces nos proporcionó el sótano de una antigua chabola, de la cual él tenía una llave. Y también, cuando pensamos que hacía falta un lugar para una reunión más numerosa, nos consiguió una nave, que había sido anteriormente Centro de Formación Profesional, que patrocinaba el Padre Llanos en el Pozo. Ya dispusimos de  otro local, que era un galpón grande; allí celebramos una asamblea de toda la gente que estaba vinculada a aquel movimiento y había, no sé, cuatrocientas o quinientas personas. En esa reunión acordamos: Primero, recoger firmas en un documento en el que se enumerasen todas las reivindicaciones planteadas por la sección social de los diversos sindicatos que nos habían atendido. En un momento determinado, ya teníamos 16.000 firmas, y lamento no hubiera fotocopiadoras en aquella época (yo creo que conservo fotografías de aquel pliego de firmas, porque lo tuve en mi poder durante algún tiempo).

Marcelino Camacho

Entonces -continúa evocando Ceferino– acordamos, en segundo lugar, que ese pliego con las 16.000 firmas deberíamos llevarlo al Ministerio de Trabajo. No era nada subversivo sino, simplemente, que entonces era una cosa extraña. Posteriormente nos reunimos la Junta, la Intersindical, en un bar en la calle Reina Victoria, al lado de un cine que había; y allí, de pié, mientras tomábamos algo, acordamos bajar por la calle Raimundo Fernández Villaverde, un total de seis, en parejas. La primera la formábamos Marcelino y yo, la segunda eran Víctor Martínez Conde y Pepe Hernando, y la tercera, que no me acuerdo ahora cómo se llamaban esos tíos -que eran los que llevaban las firmas -pero no eran muy conocidos; sé que uno de ellos era un conductor de la Empresa Municipal de Transportes. Éstos que llevaban las firmas tenían instrucciones de que, si nos detenían a los primeros o a los segundos o a los cuatro, trataran de eliminar las bolsas con las listas, para no comprometer a  los firmantes. Cuando llegáramos a la confluencia de la calle Raimundo Fernández Villaverde con la Castellana, nosotros teníamos pensado entrar por allí al Ministerio de Trabajo, mientras había una concentración en la plaza de San Juan de la Cruz; pero, cuando efectivamente llegamos allí, nos estaba esperando el famoso Yagüe, el jefe de la Brigada Político Social, con otros policías; y nos recibió exclamando: “¡Hombre ya creí que no veníais!” (Ceferino se ríe al recordarlo). Entonces nos metieron en un autobús y nos llevaron a la Dirección General de Seguridad, junto con varias  personas más, a las  que habían detenido también en la plaza de San Juan de la Cruz. Quince o veinte personas fuimos a los calabozos en la Puerta del Sol, y de allí pasamos a la cárcel de Carabanchel.

Prisión
–  ¿Cuánto tiempo estuvisteis en la cárcel?
  Yo estuve en la cárcel unos seis meses aproximadamente; pero el Tribunal de Orden Público me condenó a año y medio. Sin embargo, mi amigo y abogado, que era Jaime Miralles, uno de los hermanos Miralles, estando yo preso, y a punto de enviarme a la cárcel de Palencia, logró que autorizasen que yo volviera al Tribunal de Orden Público y, en efecto, fui allí otra vez. Miralles entró a hablar con algún responsable y salió sonriente, diciendo “Ya les he metido un puyazo a esta gente”. Yo le pregunté “¿Qué ha pasado?”. “Pues, mira, como tú sabes, ya hemos planteado un recurso ante el Tribunal Supremo contra la sentencia condenatoria vuestra, porque ni tu habías alterado el orden, ni eras responsable de ello, ni se podía demostrar que pertenecías a CC.OO., ni habías participado en la manifestación, de modo que tú y los demás que fueron detenidos contigo, podíais quedar en libertad nuevamente y dar marcha atrás. He logrado que esta gente, a cambio de retirar el recurso ante el Supremo, te conceda la libertad condicional. Vengo a preguntarte si estás de acuerdo”. “Hombre, claro que estoy de acuerdo(nuevas risas de Ceferino). En la calle puedo hacer cosas y estar con mi familia; pero en la cárcel, no”.

– Con Solís ¿tuvisteis alguna entrevista?
 Como periodista, Solís me invitó a una reunión -de la que tengo una fotografía-  en el Palacio de la Trinidad. Una reunión relacionada con algún congreso. Antes de la reunión hubo un “petit comité”, en el que yo empecé a criticarle a fondo y él aguantó la racha; pero yo nunca hablé con él amistosamente.

–  Pasemos a otro tema. ¿Qué labor realizabas en el despacho que tenías en la plaza de Los Mostenses, donde yo te visité alguna vez?
Yo tenía una librería popular, donde todos los libros eran de carácter social y de formación. Hicimos muchísimos afiliados, suscriptores. Pagando una cantidad mensual tenían derecho a un libro automáticamente, un libro que yo escogía o que ellos escogían de una lista que les daba. Y también había mucha gente que iba por allí a verme. Cuando salí de Comisiones intenté promover un frente democrático sindical y entonces establecí relación con la UGT, con la CNT, con la Federación Solidaria de Trabajadores, con la Unión Sindical Obrera, y todas estas organizaciones llegamos a un cierto acuerdo. Incluso hicimos una declaración, en un “papelín” que distribuimos por ahí adelante. Los de la CNT fueron los únicos que no firmaron porque decían que no tenían  organización nacional, que no tenían organización aquí. La UGT no tenia organización más que en Bilbao y para cada reunión tenía que venir un tío de Bilbao. Y la gente nuestra, la gente que yo tenía, mis amigos y compañeros de la Unión de Trabajadores Sindicalistas, muchos eran de Astilleros de Sestao, donde trabajaba precisamente Nicolás Redondo y teníamos relaciones con él, aunque nunca vino a las reuniones que teníamos en Madrid. En la reuniones si estaba por ejemplo Manuel Zaguirre.

– ¿Tuviste algún tipo de relación con Julián Gómez del Castillo, que trabajó conmigo, en el tránsito de los años 70 a los 80, en la agencia “Central Press”?
  Julián y yo fuimos muy amigos siempre.

–  ¿Cuál es tu concepto sobre él?
  Yo fui también militante de la HOAC. Y Julián fue un tipo extraordinario, que todo lo que hizo fue extraordinario: la editorial ZYX, la venta de aquellos libritos en la calle, todo, todo lo que hizo.

La figura de Patricio González de Canales
Ceferino Maestú 
ha escrito un librito, aún inédito, titulado Patricio, sucesor de Hedilla, último Jefe Nacional de Falange Española de las J.O.N.S.” Afirma en esas páginas biográficas que era descendiente, en línea directa, del conde Fernán González, el fundador de Castilla, que vivió y murió en la fortaleza burgalesa de Canales.

Espigando en los textos de esa semblanza, uno encuentra párrafos de especial interés. Creo que merece la pena intercalar algunos. “A finales de 1939 (la guerra había terminado del 1º de abril), se constituyó una Junta clandestina, presidida por el coronel Rodríguez Tarduchy, veterano de la Falange y de la Unión Militar Española, con Patricio Fernán González de Canales como secretario. La integraban, entre otros, Ricardo Sanz, por Asturias; Daniel Buhigas, por Galicia; Ventura López Coterillo, por Cantabria; Luis de Caralt, por Cataluña; José Pérez de Cabo, por Levante; Gregorio Ortega, por Canarias; Antonio Cazañas, por Marruecos; Eduardo Ezquer, por Extremadura; y el propio Patricio, por Andalucía. Sus reuniones eran esporádicas y tenían que adoptar precauciones, que la actividad ilegal exigía. Se consideraban la Falange no secuestrada: la Falange Auténtica, que rechazaba el cambalache franquista de la F.E.T”.

– Háblame algo sobre la personalidad de Patricio González de Canales, con quien tú trabajaste en la agencia “Fiel”
 Patricio González de Canales era un santo varón. Fue director de varios periódicos del Movimiento, uno en Sevilla y otro en Santander. Estuvo en el frente de Madrid, en una bandera de Falange. Que por cierto, como anécdota de él me han contado, que un día, en un bosquecillo, cerca del Puente de los Franceses, llegó malherido un legionario, en una camilla. Patricio, que estaba por allí, se acercó y, entonces, el legionario decía: “¿Verdad que no me voy a morir, verdad que no me muero?”Patricio empezó a consolarle; se puso a rezar y, en ese momento, el herido se murió. Entonces sus camaradas bromeaban: Patricio ha matado al legionario, Patricio ha matado al legionario…”

 Yo tuve a Patricio de profesor en la Escuela Oficial de Periodismo y siempre me pareció persona de carácter afable. ¿Cómo explicas que estuviera dispuesto a atentar contra a Franco?
 El era falangista y estuvo allí porque había que estar; pero él estuvo al margen de todo. Cuando le nombraron Director General de Propaganda, editó las Obras Completas de José Antonio y las distribuyó a todo el mundo. Si no, no hubieran existido las obras completas.

Otras pinceladas de Maestú sobre aquella Junta clandestina, a la altura de 1941: “Una organización de masas era imposible y había que centrarse en una actividad de grupos minoritarios con objetivos concretos. Tenían que matar a Serrano Suñer, como responsable principal del secuestro de la Falange, pero descartaron la idea pensando que Franco pondría a otro en su lugar. Entonces comprendieron que a quien tenían que matar era la propio Franco. Sometida a votación, la propuesta fue aprobada pero con cuatro votos negativos y una abstención, probablemente de Patricio, que no era partidario y no quería tomar partido en la decisión. Se debatió cómo y cuándo podría realizarse el magnicidio. No era empresa fácil y, poco después de aquella reunión, la Junta llegó a la conclusión de que no estaba al alcance de sus posibilidades”.

– Cuando conocí a Patricio se decía que iba a dormir a un monasterio, en Alcalá de Henares
 Patricio fue siempre soltero y dormía en una residencia de una asociación de sacerdotes jubilados. Yo he ido muchas veces allí a hablar con él. Éramos un grupo de gente de la Universidad, de procedencia falangista, como José Luis RubioMiguel Sánchez Mazas y Tomasito Lozano, que luego ha sido embajador en Panamá.

– Allí le entrevisté precisamente, como embajador de España
  Eran una gente estupenda. Frecuentemente, en domingo, íbamos andando y discutiendo entre nosotros hasta Alcalá de Henares, dialogando, y cuando teníamos algo importante, nos sentábamos a la orilla del camino. Todos éramos amigos de Patricio. Habíamos estado con él en la Hermandad de San Felipe Neri, del Hospital Provincial, de la que Patricio fue Hermano Mayor. Era una entidad cuyos miembros los domingos se reunían allí y, después de rezar unas oraciones, se ponían unas togas negras y nos íbamos a visitar a los enfermos terminales, para ayudarles, llevarles libros, comida, correspondencia de su familia o cualquier otra cosa.

De la Universidad a la agencia “Fiel”
– Aparte de todo eso Patricio era un hombre intelectualmente muy preparado ¿No?
 Patricio era Doctor en Derecho y en Filosofía y Letras. Fue ayudante de cátedra de Gascón y Marín, en Madrid;  cuando se produce la vacante en la cátedra de Barcelona, le dice: “Patricio, usted es el único que está preparado para esa cátedra. De modo que yo le voy a recomendar y usted va a ser catedrático de Barcelona; pero él contesta: Yo preferiría que usted recomendase a López Rodó, que está aquí, y él es catalán; a mí, ir a Barcelona no me interesa”. Fíjate, siempre pensando en los demás. Fue también ayudante de cátedra de Pedroso, en Sevilla, donde este era catedrático de Derecho Político. Además, Patricio estuvo 17 años investigando en el Archivo de Indias y sabía de América más que nadie. Para mí fue un gran maestro.
Otros breves trazos sobre el desenlace de aquella Junta clandestina: << ¿Qué podrían hacer aquellos pocos falangistas desesperados? Sin más, acordaron disolverse y así lo contaría Patricio en el libro “Falange”, de Stanley G. Payne. Sólo el extremeño Eduardo Ezquer continuó con una agrupación clandestina, denominada ORNS (Ofensiva de Recobro Nacional-Sindicalista. Sería detenido seis veces y procesado en cinco ocasiones>>.

– ¿Trataste a Eduardo Ezquer, a quien yo entrevisté, a contrapelo para aquel  momento, en Badajoz? Y, como consecuencia, el gobernador civil, Santolalla de Lacalle dio, un toque de atención al director de “Hoy”, Herminio Pinilla
 Le conocí, pero no le traté. Era un hombre interesante. Sí, era muy amigo de Patricio González de Canales.

– Ezquer ha sido considerado como un falangista puro. Creo que así lo definió Víctor de la Serna, el abuelo de la estirpe periodística, claro está
 Para mí, Ezquer no era una persona que me agradara. Tengo una sensibilidad especial y hay gente que no me cae bien y no sé por qué.

–  Otra cuestión. A tu juicio ¿qué representó la agencia “Fiel”, periodísticamente, que pilotabas con González de Canales?
  Periodísticamente fue muy importante. Empezó quijotescamente y terminó siendo una organización profesional. Nosotros tuvimos abiertas oficinas en Leopoldville (antiguo Congo Belga); en Alejandría, con un periodista copto-egipcio, que había estudiado aquí en España; teníamos una oficina abierta en Roma, con una periodista italiana; otra sede en Paris, con un periodista extraordinario que hacía un boletín de información política de verdad; teníamos oficinas también  en Lisboa,  en México y en Buenos Aires. Disponíamos ya de intercambios con agencias internacionales, como la Novosti rusa, y de otros contratos de intercambio con agencias inglesas, una griega, una suiza, otra noruega… bueno y algunas más,  de otros países.

– ¿Cómo se mantenía económicamente?
– 
Teníamos, incluso, un servicio de televisión. Llegamos a un acuerdo con una cadena de televisión brasileña y contratamos, con TVE, información de los partidos del domingo y un periodista portugués, que colaboraba con nosotros, grababa la explicación en su idioma y, seguidamente,  la película con la explicación la llevábamos con rapidez al aeropuerto, facturábamos y, con el desfase horario que hay, aquello llegaba oportunamente. Intentamos, incluso, la organización de programas de radio, en francés, para países de África. Yo fui el único periodista español invitado a un viaje a Angola y Mozambique con el presidente de Portugal, Américo Thomaz. Iban periodistas de diversos países y de medios como “Le Figaro”, “Le Monde”, el “Corriere della Sera”, “The New York Times”… Una vez terminado aquello, aproveché para ir primero a África del Sur, y luego al Congo Belga, con el fin de  hablar con nuestra gente de allí.

José Manuel González Torga, Presidente de ACPI

Cooperativismo
– En la primera parte de nuestro diálogo  te mostrabas a favor del cooperativismo ¿Qué futuro ves a esta fórmula, que en alguna ocasión, según me consta, ha despertado reacciones contrarias por parte de la CEOE?
 Las empresas no pueden estar a expensas de las huelgas y los conflictos laborales. Tienen que estar constituidas por todos los que participan en ellas. Por lo tanto, las cooperativas habrían de ser las empresas del futuro, pero mientras no haya un cambio de mentalidad eso será imposible. Lo primero es que a los mismos trabajadores no les gustaría asumir la propia responsabilidad, porque la mayoría de la gente ha sido educada para ser esclavos. El sistema capitalista ha educado a la mayor parte de la gente para ser esclavos, para ser asalariados, no para ser hombres libres, para ser socios, con responsabilidades y derechos. La cooperativa tiene dificultades porque no encaja con la mentalidad actual de los trabajadores. La mayor parte de la gente está esperando a que le ofrezcan un puesto de trabajo.

–  Te referiste al ejemplo de éxito de Mondragón. Ahora bien ¿sabes que se ha dicho algunas veces que tenía vínculos con ETA?.
  Yo no creo que eso sea cierto. Es verdad que el pueblo de Mondragón es muy, muy partidario del nacionalismo vasco; pero el cura Arizmendiarrieta, no.

–  Ten en cuenta que Arizmendiarrieta murió hace muchos años. Yo he conocido a uno de los cinco fundadores y una vez hablé por teléfono con el jefe de Prensa, que era hijo del que había sido lehendakari, en los años 30, José Antonio Aguirre…
  Independentistas puede que sí;  pero partidarios de la violencia, no creo. La única noticia que yo te tengo es la de de que uno de los miembros de la Caja Laboral Popular, que es el banco de ellos, sí que estaba vinculado a ETA. Pero, automáticamente no le defendieron. Le han echado.

–  Indudablemente lo que sí ha alcanzado el grupo es un gran desarrollo
  Es extraordinario. El padre Arizmendiarrieta tenía una visión clarísima; era un tipo excepcional. Si hubiera sido un capitalista, hubiera sido uno de los más importantes. Pero, fíjate, fue un hombre tan humilde que quisieron comprarle un coche de segunda mano, para que pudiera moverse de un lado para otro, y él dijo que no, que no quería coche mientras no lo tuvieran todos los vecinos de Mondragón. Entonces él se movía con una bicicleta vieja que también era de segunda mano. Y lo único que aceptó, al final de su vida, fue un ciclomotor. Eso, el hombre que ya tenía en marcha Fagor, con 1500 trabajadores. Al gerente de Fagor, que no tenía coche propio y me llevaba en una furgoneta de reparto a tomar el tren para Madrid, le hice una pregunta indiscreta:
“¿Ganáis mucho dinero?” Y me contestó: “Ganamos tanto dinero que me da vergüenza”. Esa era la gente de Mondragón.

 La tragedia de su padre
Hay que culminar la entrevista. Pienso que no debemos obviar un tema trágico, como es el del crimen del que fue víctima Ceferino Maestú Novoa, a comienzos de la Guerra Civil. “A mi padre lo asesinaron el 27 de Julio”, ha escrito el hijo. Fueron tropas marroquíes. El progenitor del ahora entrevistado era abogado y como tal ejerció colegiado, sucesivamente, en Pontevedra y en Cádiz. Militó en el partido de Lerroux, del que pasó a la Unión Republicana, de Diego Martínez Barrio. Como alcalde de Vigo, Maestú Novoa, aparte de la labor local, donó un avión y otras ayudas para los soldados españoles en la Guerra de África. Durante un breve periodo fue gobernador civil de Huelva.

– Una pregunta final, Ceferino ¿Cuál podría ser la clave de tu falangismo, después de haber pasado por la tragedia de tu padre?
– 
 Yo no me he dejado llevar ni por ambición, ni por odio, sino por mi vocación por la verdad. He buscado la verdad por encima de todo, a lo largo de mi vida. Y descubrí la Falange, un día en que, por curiosidad, me metí en un mitin de Falange, en Vigo, y me llamó la atención porque no había visto nunca una cosa parecida. De pronto, oigo que Jesús Suevos pronuncia un discurso y la gente aplaude… Y él dice: “No queremos aplausos; sólo queremos ¡Arriba España!”.Me quedé  sorprendido: “¡Joder!, que  gente es ésta”, pensé. Y busqué información y busqué algún librito…
Una vida larga de búsquedas la de Ceferino L. Maestú. Un luchador, siempre en la brecha.