Apocalipsis
Apocalipsis

Internacional
[SEPA-Diario El Peso] (4/12/2014)
En medio de una borrachera mediática de trivialidades, se está generando en el mundo una masa crítica y simultánea de conflictos como nunca se ha visto desde la finalización de la segunda guerra mundial. Una suerte de “caos controlado” (por el momento), en diferentes regiones geográficas.

Con la perspectiva que da el tiempo, algunos politólogos han comenzado a ver, en la denominada “primavera árabe”, la punta de lanza de lo que sería luego, la estrategia geopolítica dominante que caracteriza al siglo XXI y que consistiría en promover la desestabilización política y económica de regiones que representen algún interés geopolítico relevante para quienes implementan esta estrategia.

Otros consideran que el propio siglo XXI ha nacido bajo el signo del caos a partir de los atentados al World Trade Center y al Pentágono (el 11 de septiembre de 2001) y la escasamente explicada o poco profundizada participación del grupo Al Qaeda y de su líder Osama Bin Laden, atentados que a su vez han dado origen a diferentes intervenciones militares en Irak y Afganistán. 

La generalización de conflictos con estas características implicaría también el fin de la creencia en un mundo disciplinado bajo la tutela militar, política y económica de los Estados Unidos, como habían previsto algunos pensadores (optimistas del mercado), como el politólogo estadounidense de origen japonés Francis Fukuyama en su interesante ensayo “El fin de la historia y el último hombre” (1992).

¿Cómo puede caracterizarse a esta nueva modalidad de la política mundial, cuáles son sus notas distintivas que nos pueden permitir entender el fenómeno? A continuación pasamos a desarrollar la presencia de siete factores cuya combinación puede implicar un alto riesgo de conflicto global.

En primer lugar, la focalización. Un conflicto generado en el marco de esta práctica geopolítica está circunscripto territorialmente. Es relativamente fácil delimitar sus alcances geográficos, ejemplo de ello es el conflicto de Crimea, o el de la Franja de Gaza, o el focalizado en la región que controlan los Kurdos en Turquía o el grupo terrorista ISIS en el Norte de Irak, o el que ocurre en las diferentes regiones de Ucrania, el Líbano, o Siria para dar ejemplos actuales. 

En segundo lugar, la complejidad, para entender el intrincado cruces de intereses que subyacen en este tipo de conflictos. Encontramos actores primarios representados por las partes directas en conflicto (por ejemplo Hamás y las Fuerzas de Defensa Israelíes en Palestina; Hezbolla y las Fuerzas de Defensa Israelíes en el Líbano, o los independentistas kurdos y el gobierno Turco, o los Kurdos y el ISIS, o los Rusos de Crimea y el Gobierno pro-occidental de Ucrania, etc.). También son actores primarios la víctimas civiles del conflicto. Como actores secundarios tenemos a las potencias que integran la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y que en algunas ocasiones se desagregan como si actuaran con algún margen de autonomía, la Unión Europea (que involucra una estructura más compleja que la OTAN), Rusia, otros países árabes, eventualmente China, etc. A ellos se suman una multitud de organismos multilaterales de carácter político, financiero, económico y jurídico y por último hay que sumar a importantes consorcios industriales privados y vinculados al petróleo, a las armas, a las comunicaciones y al dinero. De los actores podemos inferir que subyace en estos conflictos el interés por mantener una ecuación energética favorable y sustentable para los centros desarrollados del planeta, ecuación de la cual depende a su vez el destino de la actual crisis económica global.

En tercer lugar, una visibilidad mediática intensa, pero ineficiente para esclarecer el conflicto, que se diluye entre la polución informativa generada por los medios masivos de comunicación. Por ejemplo, el mundial de fútbol de Brasil ha sido un interesante antídoto global para diluir el interés por los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza. Las cruentas apariciones mediáticas del Estado Islámico son incomprensibles desde el análisis de una estrategia racional y auto-interesada y tampoco sirven para explicar los orígenes y motivaciones de este nuevo actor geopolítico, aparecido sorpresivamente en el conflicto del cercano oriente, casi como un holograma creado por un ilusionista.

En cuarto lugar genera un reposicionamiento miliar estratégico de las potencias dominantes. Estados Unidos ha desplazado buques militares y portaviones hacia el Mar Mediterráneo oriental y el Mar Negro por los conflictos de Crimea y de Ucrania y hacia Japón por la tensión en Corea. Rusia ha reorganizado tecnológicamente a su industria militar y ha reforzado su flota en el Mar Negro. China (que constituye el primer ejército de Asia) también está fortaleciendo sus posiciones estratégicas en el Pacífico nor-oriental y a su industria militar en general, en respuesta a los ejercicios conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur, que a su vez conforman una respuesta a los ensayos misilísticos de Corea del Norte.

Ubicación de los conflictos activos alrededor del mundo, Septiembre de 2014 - Grandes guerras, más de 10.000 muertes al año. - Guerras y conflictos, 1.000–9.999 muertes al año; . - Pequeños conflictos, menos de 1.000 muertes al año.
Ubicación de los conflictos activos alrededor del mundo, Septiembre de 2014
– Grandes guerras, más de 10.000 muertes al año.
– Guerras y conflictos, 1.000–9.999 muertes al año; .
– Pequeños conflictos, menos de 1.000 muertes al año.

En quinto lugar involucra conflictos activos algunos en pleno desarrollo bélico y otros en su fase inicial: Entre los que se encuentran en pleno desarrollo bélico están los que involucran a Israel como los conflictos en la Franja de Gaza, Jerusalén, Líbano y Siria. Pertenecen también a esta categoría los que involucran a Ucrania, Crimea y Rusia y los generados por la actividad del Grupo ISIS (o Estado Islámico) en el norte de Irak o en el Kurdistán. Entre los que se encuentran en su fase inicia, la guerra latente entre Corea del Norte y Corea del Sur, (entre cuyos actores encubiertos estarían China, Japón, Estados Unidos y Rusia por la cantidad de intereses cruzados en la región), el conflicto latente entre la India (potencia militar emergente) y Pakistán (potencia nuclear obsoleta) y en Europa un recrudecimiento de la crisis de los Balcanes por la ambición de Albania de incorporar territorios con población albanesa en estados vecinos como Grecia, Serbia y Montenegro. Existen otros conflictos de baja intensidad por representar ambiciones independentistas de varias regiones de Europa que hoy se exteriorizan no militarmente sino a través de manifestaciones populares y políticas, tales como los de Cataluña en España, la Vascongada en España y Francia, el intento de Escocia en Gran Bretaña y la probable disolución de Bélgica entre Flamencos y Valones. En América Latina, México y Venezuela incuban conflictos, el primero muy activo representado por la guerra entre mafias del narcotráfico, el segundo por un régimen Chavista desgastado y una oposición que según informan medios periodísticos internacionales ha sido acusada de comprar 18 aviones de combate a los Estados Unidos estacionados en una base militar que el país del norte tiene en Colombia. África por su pare sufre una endémica guerra tribal, usualmente ignorada por occidente, sin contar que en el norte de África principió la denominada “Primavera Árabe”. 

En sexto lugar estos conflictos son simultáneos y reflejan una tendencia a la multipolaridad, en este contexto configuran tableros estratégicos cuyos protagonistas directos son piezas menores de un ajedrez global que involucra por lo menos a cuatro centros políticos relevantes: Estados Unidos (con el acompañamiento de la OTAN en el Atlántico Norte; Japón y Corea del Sur en el Pacífico Norte e Israel en Medio Oriente. China, devenida en primera potencia económica (y que opera con el grupo BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- para general el mercado global más poblado del mundo), Rusia (que además de participar en el BRICS tiene una importante influencia y presencia militar en Europa Oriental) y la Unión Europea (sujeta a tres tensiones divergentes, la primera su alianza con Estados Unidos, la segunda su dependencia energética de Rusia y la tercera y más débil, su vocación cada vez más diluida y lejana de recuperar un papel político independiente. A centros se suman dos potencias emergentes Brasil e India (integrantes del BRICS), que han exhibido un interesante nivel de crecimiento económico y desarrollo estratégico en relación a su autonomía tecnológica.

En séptimo y último lugar, la fragilidad: La complejidad de actores intervinientes, la simultaneidad de los conflictos, la progresiva presencia militar en diferentes lugares del planeta, la inestabilidad tecnológica (con una permanente cyber guerra mundial), aumentan el riesgo que el delicado equilibrio que implica este múltiple caos controlado, salga fuera de control provocando una escalada de violencia global progresiva e irreversible.

Pocas épocas encuentran parangón cercano con el presente, por sus niveles de conflictividad militar, crisis política, económica y energética. No puede asimilarse a la guerra fría desarrollada entre 1945 y 1989 (entre la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos), que fue un conflicto de equilibrio bipolar con crecimiento económico y con enfrentamientos no simultáneos focalizados en la periferia de los dos imperios dominantes del momento (Vietnam y Corea).

Las circunstancias actuales encuentran más paralelos con la preguerra de principios del siglo XX, que fue testigo de tensiones multipolares entre las potencias de aquel momento y que luego derivaron en alianzas múltiples y en la guerra global.

Bastó encender una mecha, un 28 de junio de 1914 (el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del imperio Austro-Húngaro), para que se desencadene una escalada de lo que luego fue conocido como “La Gran Guerra” y que algunos historiadores extienden hasta 1945, comprendiendo lo que luego se llamó “La Segunda Guerra Mundial”, como el capítulo final del conflicto iniciado en 1914. El asesinato de Francisco Fernando, hoy se revela desde la perspectiva temporal como una “excusa” o si se quiere, como la gota que rebalsó el vaso, previamente lleno de conflictos y tensiones pre-existentes. La pregunta que cabe hacerse en el presente es, cuál será la gota del “Vinum Sabbati” que rebalse la copa, antes de la próxima guerra. [SMD-Director de Diario El Peso].

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Diario el Peso.