Tertulia El Tablao
Tertulia El Tablao

Mi Columna
Eugenio Pordomingo  (29/11/2015)
Las “tertulias de café” han sido a lo largo de la historia de España, un lugar de encuentro, de contraste de pareceres, de enfrentamiento dialéctico, de intercambio de opiniones, creencias y sensibilidades, que han enriquecido nuestra sociedad y han contribuido a fomentar la convivencia y el arte de la oratoria. Y también la  tolerancia y  la paciencia.

Más o menos, eso se decía en el primer “cartel” anunciador de la Tertulia El Tablao, ágora surgida en La Navata, allá por el caluroso mes de julio de este conflictivo año.

Como suele ser habitual, las tertulias de cafés, baretos, bodeguillas o tascas, son el lugar de encuentro donde se relatan las cuitas, penas, pesares y desventuras de los participantes, aparte de poner verde al vecino, al amigo, compañero de trabajo o político local. Por supuesto, también para recrearse, describiendo algunas partes prominentes del cuerpo de fulanita o menganito.

Las tertulias nacen espontáneas, como centros de esparcimiento y de necesidad de decir o enterarse de algo, y suelen ir acompañadas de la consabida caña o vinito; las hay de tarde, con café y galletitas integrales, y hasta de té con leche fría para las mojigatas de barrios adinerados.

El despelleje nacional –vudú a la española- es algo más que habitual en este tipo de conciliábulos surgidos en los aperitivos de sábados y domingos. Esas chácharas suelen ser de carácter liviano, aunque a veces se cuela alguien que si se muerde la lengua se envenena debido a la carga letal que acumula en su verborrea. Menos mal que esos especímenes son escasos en nuestra fauna.

En esas tertulias, como dijo nuestro Premio Nobel de Medicina, Don Santiago Ramón y Cajal, “Conócense infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento”, pero también, como escribió el ilustre galeno, en esos fotos aprendemos a juzgar a las cabezas como si fueran bolsillos: “Al hacerlas sonar con las sacudidas de la conversación advertimos enseguida que unas contienen el oro de la sabiduría y del ingenio y otras la calderilla de la vulgaridad y de la rutina”.

En el caso del que voy a dar cuenta, la Tertulia El Tablao, no es que esté sobrada por el oro de la sabiduría y del ingenio –uno y otro hoy escasos en el mundo-, pero tampoco abunda la calderilla de la vulgaridad. En esa tertulia todo es normal, más bien bueno, como la vida misma.

La idea de hacer esta tertulia surgió a consecuencia de la muerte, en Cataluña, de un niño de seis años, a causa de la maldita difteria. El pequeño no había sido vacunado por decisión de sus padres. Un amigo y yo –él con una nieta y yo con un nieto-, hablamos sobre el trágico suceso, y eso fue la semilla que fructificó en un debate abierto con expertos en la materia. Para evitar desplazamientos –vamos, por pura vagancia-, elegimos un bar-restaurante, El tablao, que se encuentra en las cercanías donde vivimos.

La primera tertulia se hizo realidad el 30 de julio de este año, bajo la acreditación de “Vacunas sí; Vacunas no”. Invitamos al galeno Venancio Díaz Castán, para que desde la óptica de un profesional en la medicina nos pusiera al día. Su tesis, no exenta de humanismo, es que las vacunas han salvado millones de vidas, aunque en algún caso –rara avis– el remedio haya sido peor que la enfermedad. Hubo otro ponente, éste ingeniero industrial, que mostró su sapiencia en el asunto, del cual obvio su identidad, pues desconozco si me autorizaría a divulgarla.

De ahí vinieron otras y otras tertulias; la alternativa entre educación privada y pública, la crisis de los refugiados, y cómo no, la política. Se acerca el mercado de los comediantes, como dijo Friedrich Nietzsche -las elecciones al Congreso de los Diputados- y decidimos saber qué es lo que opinan los representantes de los partidos políticos en el Ayuntamiento de Galapagar, o sea los concejales.

Manos a la obra. Educación, Sanidad y Defensa (más bien conocer la opinión de los políticos galapagueños sobre la pérdida de soberanía de nuestra querida España). Éxito total. Ha sido la primera vez que todos los partidos políticos (emergentes o no)  han estado presentes en un evento no institucional. Los dos primeros temas (Educación y Sanidad) han sido ya debatidos. Queda el tercero, que si la OTAN nos lo permite, tendrá lugar el próximo 10 de diciembre, diez días antes de la jornada –de las pocas- en que podemos ejercer nuestro derecho a decidir.

La asistencia a estos debates es libre, no se exige documentación, ADN, nacionalidad, ideología, adscripción religiosa ni demás zarandajas. Solo pedimos mesura, tolerancia, coherencia en el decir y en el escuchar, y poco más, que con los tiempos que corren ya es bastante.

Esta tertulia está dando mucho que hablar. El debate es libre, no existe déficit democrático, al contrario. Y acontece, no como en otras, donde hay mucha espuma, mucho Internet  y poco fondo, que aquí  más bien prevalece lo segundo: mucho fondo y mucha luz.