sogaMi Columna
Eugenio Pordomingo (26/6//2012)
Con esto del «rescate» a la Bankia Española parece que los medios de comunicación, y nosotros, los españoles, nos hemos olvidado, por ejemplo,  del «Caso Urdangarin«. Por cierto, que a la Banca (Cajas de Ahorros, consejeros y adquirientes de créditos supermillonarios) la han rescatado, pero al resto de los mortales nos han ahorcado. Pero no lo han hecho de repente, sino poco a poco, con sadismo, con alevosía, con premeditación, con el BOE en la mano y la codicia en la mente. Nos van a quemar a fuego lento como a la aguerrida Juana de Arco o asarnos a la parrilla como a San Lorenzo.

Ahora todo el mundo se llama andanas, pero la verdad es que aquí la mayoría de la ciudadanía ha ido al enriquecimiento rápido y fugaz, a lo Alonso el de la Fórmula 1, pero sin llorar como él cuando por su destreza y la suerte quedó el número uno en Valencia.

La gente invertía en España en un piso o en un cuchitril abuhardillado, pensando que al día siguiente lo vendería para sacarle un rendimiento a lo Botín. Vamos, un pastón. Y con esos réditos, comprar, otro y otro, como en el cuento de La Lechera. Alquilaban un piso y sangraban a todo inquilino que se preciase. Y así iba, y va, la cosa. Y luego pasa lo que pasa. Viene Paco con las rebajas y nos quejamos. Que si el sistema capitalista, que si los banqueros, que si los chicos de la Escuela de Chicago, que si los Neocon, etc. Los hay que incluso en su afán por politizar el asunto, le achacan a Aznar y Franco la culpa de todo. Y, ahora, por eso de la influencia morisca, no se libra ni el Cid Campeador.

A la banca, como digo, la van a rescatar. Lo están haciendo desde hae mucho tiempo. No olvidemos que el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) fue creado en la etapa de José Luís Rodríguez Zapatero, y de su caja (la de los españoles) han salido cientos de millones de euros, sin que -debido a la opacidad del momento- se nos informase a los mortales de este país, dónde iban a parar, qué cantidad se dio, ni cuándo lo iban a devolver.

Pero todos los culpables directos del desaguisado se van de «rositas». Ni el ex director del Banco de España, ni los anteriores ministros de Economía, ni consejeros de Cajas de Ahorros (PP, PSOE, IU, CEOE, CC. OO., UGT, más los de la periferia), ni directivos y ejecutivos, van a ser imputados. Todos ellos -han tenido la oportunidad de denunciar lo que ocurría o de dimitir- han contribuido por ser sujetos activos, por desidia o comodidad, en la tropelía que nos asola. Ellos han trenzado la cuerda con la que ahora nos ahorcan.  Aunque algunas de las hebras de esa soga la hemos elaborado el resto por nuestra dejadez y tolerancia.

Se acerca el verano, y ya la mayoría piensa en mojarse el trasero. Por si alguno lo interpreta mal, quiero decir, irse de vacaciones. El horno no está para asar muchos panes, y bastantes españoles lo pasan mal, muy mal. Sin embargo otros, preparan su próxima cacería.

No me gusta la caza, al menos la que se practica por el mero placer de abatir a un animal. Comparto la afirmación del sabio Fenelón que dijo que «la caza es simulacro de guerra, y la guerra azote de la humanidad».

No se la razón, ni el motivo, pero desde esta madrugada me vino un ´pronto´. Tenía la imperiosa necesidad de escribir algo sobre la caza, sobre todo acerca de la mayor, o sea la de los grandes bichos. Me puse a ello. Trate de buscar argumentos en su defensa; recordé a Miguel Delibes, pero lo deseché de inmediato. Uno puede compartir su literatura, pero no su afición cinegética. Así que me puse a buscar en la red, no en la de pescar, sino en la de internet. Mi sorpresa, acompañada de cierta desazón, pesimismo y escasas esperanzas en el ser humano, se acrecentó cuando me topé con un video sobre la caza mayor en  Botsuana.

A miles de kilómetros de España  se encuentra Botsuana, país en el que el desierto del Kalahatri ocupa casi un 70% de su territorio. Allí muchos adinerados y poderosos van a folgar y tirar unas cuantas balas contra todo bicho que se mueva. La lista de animales que se pueden cazar es muy extensa. La pieza reina es el elefante, seguido del leopardo, del búfalo y de los antílopes,

Los daños colaterales de esas cacerías son nefastos. Y no sólo para los animales que dejan la selva por imperativo letal, sino para los ciudadanos de determinados países y su historia. De ello hablaremos en la siguiente entrega. Ahora sólo me resta decir: ¡Cómo te lo montas, tío!