España
Javier Martínez (15/3/2015)
El capital transnacional vivió una fase de expansión durante los años 80 y principios de los 90, con el uso de las nuevas tecnologías, la aplicación de políticas neoliberales y con la explotación de la fuerza laboral global creando una hiper-acumulación o acumulación excesiva de capital, una concentración de riqueza en manos de unos pocos, un incremento de las desigualdades y un empobrecimiento y desposeimiento de las mayorías sociales.
La crisis de 2008 supone el estallido por agotamiento de este modelo económico, que es una grave amenaza global contra la civilización y es una crisis no sólo económica sino ecológica y de supervivencia planetaria.
La creación de una clase capitalista transnacional vinculada a las corporaciones multinacionales y grandes grupos financieros internacionales, con importantes medios de comunicación globales, tienen un enemigo a destruir: los estados que opten por las vías nacionales de empoderamiento popular con políticas de defensa de los recursos energéticos y de las industrias estratégicas en manos estatales para el aprovechamiento de los recursos nacionales de cada país en favor de la mayoría de los ciudadanos de esos estados nacionales.
La clase capitalista transnacional cuenta con tres armas de destrucción masiva, que son:
1.- La acumulación militarizada. Lanzar guerras e intervenciones que produzcan ciclos de destrucción y reconstrucción, generando inmensos beneficios para el complejo militar-carcelario-industrial de seguridad financiero. Guerras como las de Afganistán, Irak, Siria, entre otras, y guerras contra la inmigración, por ejemplo en EEUU.
¡Hay que llenar las cárceles privadas para hacerlas rentables!
2.- El asalto y saqueo contra los presupuestos públicos. Transformación de deudas privadas en deudas públicas. Especulación sobre esas deudas de los estados, creadas para ello con las políticas de austeridad. Acabar con la soberanía presupuestaria.
3.- La especulación financiera global. La desregulación bancaria y el descontrol de los mercados financieros han permitido y hacen que la economía se convierta en una pura economía de casino que tras haber especulado con la vivienda, usa de instrumentos financieros perversos donde se especula con todo, como por ejemplo, los futuros sobre alimentos y energías que sin responder a operaciones reales de compraventa de materias primas, se enriquecen con el juego de la especulación por ejemplo del precio del trigo produciendo con ello hambrunas en África, o jugando con la deuda de los Estados con los llamados (CDS), credit default swaps, manipulando qué estado va a quebrar o cual no.
Cualquier traba proteccionista, soberanista, defensora de los derechos humanos entendidos como un todo, de derechos civiles y políticos unidos a derechos económicos y sociales es un ataque a los intereses de esta clase capitalista transnacional que en pos de un estado totalitario global no duda en atentar contra la soberanía de los pueblos de múltiples formas.
Ejemplos recientes tenemos en Venezuela, Grecia, Argentina, Ucrania y tantos otros países.
Consumidores frente a ciudadanos, el llamado mercado contra los Estados
La concepción perversa y criminal del neoliberalismo, en crisis y contestación desde 2008, no duda en utilizar el sembrar el caos y alentar intentonas golpistas contra las decisiones soberanas de los ciudadanos.
La última intentona golpista en Venezuela, la llamada “Operación Jericó” del día 12 de febrero pasado, contemplaba un plan de ataque al palacio presidencial de Miraflores con la intención de asesinar al presidente Maduro, y también al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y al alcalde del municipio libertador, Jorge Rodriguez, unidos al plan de ataque al Ministerio de Defensa y al Consejo Nacional electoral con el asesinato de su representante Tibisay Lucena, y destruir los estudios de televisión internacional TeleSur. Este plan, descubierto y abortado, no es más que el coletazo de la anterior intentona del “Golpe Azul” de febrero-marzo del año pasado.
La concesión del visado por EE.UU, el 3 de febrero, al general Osvaldo Hernández Sánchez, alias “El oso” , en prisión desde la intentona golpista del año 2014 ,muestran la perversión de un plan que contaba con fases, como el acaparamiento de alimentos y productos de primera necesidad por parte de empresarios pro-golpistas al servicio del capital transnacional para crear escasez y malestar ciudadanos.
Ya en 2009 el gobierno bolivariano tuvo que nacionalizar algunas empresas transnacionales como la planta procesadora de arroz Cargil (USA) que funcionaba intencionadamente a la mitad de su capacidad.
Grave peligro, aún no superado por el régimen bolivariano, el de no crear una central nacional de compra de alimentos y artículos de primera necesidad que funcione.
En Brasil, por ejemplo, 4 multinacionales: Unilever, Nestlé, Procter and Gamble y Coca-Cola acaparan el 70% de la producción de alimentos y bienes básicos.
La soberanía alimentaria de los estados y de los pueblos es crucial para ser libres.
Otra de las fases de los planes golpistas es aprovechando esa “escasez provocada” crear y alimentar disturbios y malestar ciudadanos y airearla y propagarla en los medios de comunicación internacional afines.
De poco sirve que el secretario general de Naciones Unidas, Ban ki-Moon, el Papa Francisco y la tercera cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) defiendan el diálogo entre las fuerzas de oposición y el gobierno venezolano, así como el respeto a los resultados de las próximas elecciones a celebrar en Venezuela.
El capital transnacional quiere “poner la pata” en Venezuela y hacerse con el control de los recursos del petróleo vía privatización.
Mercado contra estados nacionales soberanos
En Grecia no importa que un pueblo decida soberanamente su futuro en elecciones libres, el chantaje de la deuda es para el capital transnacional un derecho por encima de la soberanía popular y la supervivencia de un pueblo y de estado nacional.
La deuda entendida torticeramente por una parte, porque la deuda alemana por la ocupación militar nazi de Grecia no fue perdonada ni condonada en los Acuerdos de Londres de 1953, que permitieron la quita y la anulación de la deuda externa alemana y que les permitió a los alemanes el despegue y el milagro alemán por miedo de caer en manos del régimen soviético.
Esa deuda alemana hacia Grecia no condonada en esos acuerdos supone más de la mitad de la deuda nacional griega.
La amenaza y el chantaje de los fondos buitres sobre la deuda argentina es otro ejemplo más de este capital transnacional que se arma de dignidad grandilocuente y habla de libertades formales, nunca reales.
La troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) se revuelve como serpiente herida mordiendo a través de sus títeres y cómplices en pos de la instauración de un estado totalitario global contra cualquier intento de soberanía nacional.
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